Cristina López Schlichting
Los USA y los Estados Unidos
Esto de los yanquis es desde siempre un sin vivir para los españoles, que nunca hemos sabido si odiarlos o amarlos. ¿Qué es Estados Unidos: la adorada Marilyn Monroe o el criticado Bush? ¿«Lo que el viento se llevó» o la guerra de Irak? Pío Moa les tiene tanto asco a estos señores que los llama «useros», por lo de USA. La cosa tiene extremos divertidos, los Bardem, por ejemplo. Gente acostumbrada a encabezar posiciones de izquierdas, contrarias al capitalismo y que ahora vive en los Estados Unidos, disfrutando del horrible sistema del enemigo. No hay quien nos entienda. Esta semana he leído un tuit genial: «Abomino de Hollywood, pero me encanta Twitter que, como todo el mundo sabe, fue inventado en Badajoz». Y es que hay quien, por ejemplo, detesta el consumismo americano pero ahorra como loco para visitar Nueva York, la ciudad de sus sueños. O quien se ríe de la incultura de los yanquis –«que ni saben donde está España»– y luego consume todas las series y películas estadounidenses que, por cierto, funcionan en España como un tiro. Nos desconcierta ese pueblo lleno de mendigos lamentables, empujando carritos y viviendo en caravanas, pero donde los pobres pueden prosperar de una forma sorprendente a veces. Donde las batallas políticas son sangrientas, pero la adoración a la bandera es unánime. Es fácil condenar a Bush, pero no lo es tanto insultar a Obama ¿en qué país occidental gobierna un negro? Se trata de una nación donde se circula sin carnet de conducir, pero donde demasiada gente lleva armas; un centro de poder al que se critica por provocar guerras –con razón– y al que luego se reclama que intervenga en conflictos y genocidios que nosotros no queremos o no podemos resolver. Y si alguien vive esta contradicción de forma extrema, somos nosotros, por razones históricas. Odiamos a los americanos porque nos robaron las últimas colonias y aventaron el independentismo cubano y filipino (fue precisamente la ruina de los empresarios catalanes del ron y el azúcar lo que les devolvió a Cataluña con tan mala leche que, desde entonces, no han cesado de decir que ellos son europeos y no españoles, y que quieren ser independientes). Sin embargo, hemos lamentado siempre que nos excluyesen del Plan Marshall y nuestros padres vitorearon el acercamiento de Franco a la Casa Blanca, porque significaba el final de la autarquía. Para un español es más fácil sentirse cubano que norteamericano –es lógico–, pero ¿qué hacer, si a la vez somos europeos y Europa es la mayor aliada de los Estados Unidos? Es un lío de narices, que nos hace dar palos de ciego. Tuvimos un presidente –José María Aznar– que se echó en sus brazos con entusiasmo; otro –José Luis Rodríguez Zapatero– que les ofendió hasta el extremo de no levantarse al paso de su bandera. Y ahora vitoreamos a Obama. Supongo que, a la siguiente, toca escupirles.
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