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Marcos Llorente

La Razón
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Luis Enrique considera al Alavés el equipo revelación de la temporada. Hubiese encadenado 16 partidos invicto de no haber perdido uno en enero. El Celta le ganó 1-0 en Liga. Cosechó un meritorio empate en San Mamés y en Mendizorroza la equis frente al Atlético no le hizo justicia. Triunfó en Villarreal y en la tercera jornada dio la campanada en el Camp Nou, al imponerse al Barcelona (1-2), su rival en esa final de Copa del 27 de mayo que se antoja desigual; pero que con los antecedentes no es para tanto. En el trayecto hacia ese encuentro definitivo hay parada y fonda en Vitoria. Precisamente hoy.

Devolución de visita con dos estados de ánimo que no identifican por igual a los adversarios. Ambos han salido airosos de las semifinales coperas. El Alavés labró el provenir con un sello perfectamente reconocible para deshacerse del Celta. El Barça dejó en la cuneta al Atlético sin más méritos que tres latigazos de Messi. Excesiva y bendita dependencia. Le bastaron 45 minutos de lucidez en el Calderón y la infalibilidad de Leo para salir airoso de un trance que le ha dejado marcado. Demasiadas dudas en el juego y alarmantes concesiones en el sistema defensivo. No hila fino. Avanza sin convencer y los eufóricos y disciplinados pupilos de Pellegrino representan un serio obstáculo en sus ambiciones presentes y futuras. Saben a lo que juegan y si no se asustaron en el Camp Nou seguro que soportarán la presión en Mendizorroza. Están enchufados y figuras emergentes como Marcos Llorente aguardan estos partidos para consolidarse.

Llorente es del Madrid y pilar del Alavés. La duda es si en su casa va a disponer de las oportunidades que le ha brindado Pellegrino; si Zidane le preferirá a Casemiro; si adelantará a Kroos, a Modric o a Kovacic... si no tendrá que buscarse la vida por ahí, como tantos canteranos.