Sergio Alonso

Mato camina sobre seguro

Aunque no sea pródiga a la hora de aparecer en los medios o de acudir a los actos sanitarios, Ana Mato está siendo una muy buena ministra para el sector. Sin alharacas ni exabruptos, cauta siempre a la hora de medir sus palabras por la complejidad de la materia que abarca su departamento, la dirigente popular está mostrando con los agentes sanitarios una sensibilidad que no siempre trasciende. Y es una pena. El pasado martes, por ejemplo, la ministra se batió el cobre en Moncloa para que el paquete de medidas del viernes no incluyera la temida liberalización de la oficina de farmacia. Sabedora de la compleja situación de este colectivo, Ana Mato ha esgrimido sus tesis sin complejos ante las fuerzas económicas del Gobierno, que llevan otra inercia. No es la primera vez que lo hace, y puede afirmarse ya, sin, ambages, que la ministra ha resultado fundamental para que las medidas de contención del déficit que Bruselas lleva meses exigiendo no hayan afectado más a la Sanidad en este tiempo. Mato tiene, además, un fino olfato político y fabulosas fuentes de información en el sector. Sabe perfectamente los movimientos que se producen en la industria farmacéutica y conoce las fuerzas telúricas que tratan de encender el mundo médico. Las palabras públicas de elogio que pronunció hace días hacia la gestión de la presidenta del Colegio de Médicos de Madrid, Sonia López Arribas, no son casuales, como no lo es tampoco el estrecho contacto que está manteniendo con ese siempre líder díscolo llamado Juan José Rodríguez Sendín, el presidente de la Organización Médica Colegial (OMC). Mato ha hecho guiños hacia todos los colectivos sanitarios, atrayéndose con inteligencia hacia su órbita a entidades diversas. Tal vez le falte aún un gesto hacia el presidente del Consejo General de Colegios de Enfermería, Máximo González Jurado, pero todo se andará. La ministra avanza despacio, con tiento, pero va sobre seguro.