Fútbol

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«Messiánico»

La Razón
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«Pum, pum. ¿Quién es? Soy el mánager de Bale...». Abre La Muralla. Y Jonathan Barnett, representante del astro galés, cruzó la puerta de ese despacho principal del Bernabéu, impresionado, tal vez, por la tupida moqueta que amortiguaba el sonido de cualquier pisada (recurso del poder para bajar humos y silenciar ecos). «Que le digan al entrenador (Carlo Ancelotti) que mi representado no quiere jugar pegado a la banda, que prefiere arrancar desde la media punta». Cierra La Muralla. La queja, no obstante, llegó una temporada después a oídos de Rafa Benítez, quien después de claudicar, salió por la gatera.

No ha mejorado Bale desde entonces. Le cuesta más hablar español que a Victoria Beckham comer gazpacho. Tampoco entusiasma en el campo. Impresiona por su poderoso (y frágil) físico, por lo que se espera de un futbolista como él, y en éstas llega Marco Asensio y le deja en evidencia sin proponérselo. La vaca sagrada no aguanta la comparación con el mallorquín, ni siquiera con Isco, y no salió camino del matadero tras el empate con el Valencia porque al seguidor madridista le desesperó más la cadena de errores de Benzema hasta en ocho remates que la insufrible levedad de Gareth.

Mientras el Manchester United hace oficial su interés por Bale y sube los 105 millones de la apuesta, al Bernabéu ha llegado un ángel. Un futbolista colosal, que desborda, que es hábil, explosivo, preciso, delineante en los centros, cirujano en los remates, latigazos mortales, un gambeteador con una zurda tan prodigiosa que diríase que es «messiánico».