Gaspar Rosety
Música celestial
La «Champions League», la Liga de Campeones, como heredera de la vieja y legendaria Copa de Europa de Campeones de Liga, se ha convertido en la reina de las competiciones desde su nacimiento en 1992. Ambos formatos resultan muy interesantes y los dos encuentran defensores a ultranza. Los primeros destacan la exigencia de la condición de campeón de liga que le da verdadera dimensión al torneo. Para ganar en Europa, debe ser campeón en su país. Los más modernos entienden que la actual Liga permite competir a los mejores de cada federación, lo que conlleva un aumento de la calidad, cantidad y dificultades, pues no exige el mismo esfuerzo derrotar a tres grandes equipos que a uno solo de cada país.
En todo caso, el sentido mercantil del fútbol moderno, guiado por los derechos audiovisuales y los patrocinadores, ha encumbrado nuevos estilos y formatos y, en ambas circunstancias, los clubes españoles han resultado vencedores. Somos un país de campeones.
Diez títulos del Real Madrid, cinco del Barcelona y varios finalistas garantizan el éxito de nuestros mejores equipos, que no implican, sin embargo, que disfrutemos de la mejor liga del mundo sino de los mejores equipos del planeta.
Hoy, el mundo entero vuelve sus ojos a esta bellísima y acaudalada competición, bajo el reinado histórico del Real Madrid y el reciente del Barcelona, ayudados por el Atlético de Madrid, que tocó el cielo con las manos en Lisboa, y el recuerdo de dos finales del Valencia.
La «Champions» suena a música celestial, el ambiente del mejor fútbol triunfa en sus grandes espectáculos y el mundo entero se moviliza. Vuelve la reina de las noches.
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