Caso Pujol
Muy pequeñito
El Código Penal español, tan permisivo con la delincuencia de izquierdas, está obligado a su revisión y adaptación a los nuevos tiempos con el fin de no quedar desfasado. En la delincuencia de izquierdas entran los diferentes grupos de terroristas y violentos que campan a sus anchas en las calles de algunas localidades vascas y catalanas, y entre éstas últimas, de la capital del Principado, Barcelona.
Entre los nuevos delitos, apenas sin sanción ni castigo, destaca el acuñado por el ex presidente de la Junta de Andalucía, don Manuel Chaves. Se trata del «fraude muy pequeño». El fraude de los cursos de formación, cuyo derroche y despilfarro supera los tres mil millones de euros, ha sido calificado por Chaves de «pequeño». El señor Griñán se limitó a poner en duda la veracidad del desmadre andaluz con un «quizás». De ahí, que uniendo las declaraciones de uno y de otro, nos topamos con un nuevo delito que conviene legislar con urgencia. «El quizás pequeño fraude».
No sea tomada a broma la exigencia porque, fuera de los ámbitos del delito y la corrupción, se han producido situaciones parecidas.
Beatrice de Armignon-Six Eglíses, casó en plena y rozagante juventud con el industrial Guy Boutton Michelin, de la familia de los Michelin de las ruedas por parte de madre. Guy Boutton superaba en edad a Beatrice según la «Guide Industrielle» en 32 años, y de acuerdo con la «Guide de la Noblesse» en 34 años y medio. Establezcamos una aproximación a los 33 años para no despreciar a tan importantes ediciones. Y como es lógico, Beatrice, que se casó por dinero –todo hay que decirlo–, experimentó excesos primaverales con un sobrino de su marido, que enterado del engaño, reaccionó como todo marido engañado, con elegante resignación. –Beatrice, mírame a los ojos. ¿Me has puesto los cuernos con mi sobrino Lion?–; y ella respondió: –Quizá unos cuernos pequeñitos–. «¡Ah, mon petit lapin, mon petit bijoux, je t’aime!» (Traducción literal: ¡Ah, mi conejito, mi joyita, yo te amo!). Y todo siguió igual.
El administrador de la familia Kenned y, Malcom Grenade, fue llamado por el patriarca y padre de John, Joseph y Edward a su despacho. Había desaparecido –como en los ERE de Andalucía–, una importante cantidad de dinero. –Señor Grenade. Aquí faltan centenares de miles de dólares. ¿Los ha robado usted?–; y Grenade, persona de muy esmerada educación y dominio de sí mismo, respondió con soltura: –quizá unos poquitos de centenares de miles. Pero de los millones no he tocado ni un dólar–. En esta ocasión, nada siguió igual. Grenade desapareció pocos días después de devolver la parte que le quedaba de los poquitos centenares de miles de dólares que volaron involuntariamente a sus bolsillos.
Un fraude de tres mil millones de euros no es, en mi opinión, un «pequeño fraude», pero no soy nadie para establecer valoraciones improvisadas. Para mí, hasta ayer mismo, un fraude de tres mil millones de euros era un pedazo de fraude, un fraude como la copa de un pino, un fraude como la cumbre del Teide, un fraude como la provincia de Badajoz. Se entiende el poco interés de la Fiscalía por averiguar el origen de los millones de «Podemos», que no alcanzan la ridícula cifra de quince millones de euros. Si tres mil millones volanderos, volátiles, voladores y voladizos constituyen un «pequeño fraude», aquí vale todo, lo cual se me antoja estupendo, siempre que valga para todos y no sólo para algunos.
Y a la pregunta del juez, ¿se arrepienten ustedes de lo sucedido?, la respuesta es muy sencilla: –Hombre, vayamos por partes, quizá un poquito, sí–.
✕
Accede a tu cuenta para comentar