Julián García Candau
No más trágalas
Era natural que el Madrid, Real, respondiera adecuadamente al desplante de Mourinho al Rey. No merecía la pena aguardar al pactado fin de temporada para anunciar que entrenador y club se divorciaban. En el Bernabéu habían soportado trágalas de toda especie y no era razonable soportar uno que había puesto en ridículo a la entidad en jornada tan extraordinaria como la final de Copa que lleva el título del Rey. Lo vieron millones de personas.
Era lógico que Florentino Pérez, en conferencia de prensa, al despedir a un individuo tan conflictivo, tratara de quitar hierro a la decisión y hasta ponderara su labor. No entenderé nunca que dijera que Mourinho había devuelto al club al lugar de privilegio que había perdido con anterioridad. Es elogio desmesurado porque el Madrid no puede conformarse con una Liga y una Copa. Tres semifinales de Liga de Campeones tampoco son para subirlo a los altares. No necesitó tantos años Del Bosque para ganar dos Ligas de Campeones y ser también semifinalista.
Comprendo que Florentino tratara de endulzar una solución que tiene tintes sangrantes si se tiene en cuenta que el club, que ha invertido 500 millones de euros, se dé por satisfecho con ser cabeza de serie en Europa. La labor de Mourinho, dicho a la pata la llana, ha sido gran fracaso. No ha podido acabar con el dominio barcelonista, que era de lo que se trataba. Encima, ha sido derrotado en casa por el Atlético, equipo al que muchos niños madrileños nunca habían visto ganar.
Posdata. Tanta gloria le dé Dios como descanso nos deja. Amén.
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