¡Ojo con la euforia!

Ciudadanos se enfrenta a un tiempo trascendental. Sus dirigentes y militantes tienen razones sobradas para la euforia. Los espectaculares resultados de Cataluña y su dinámica ascendente en las encuestas constituyen una ración de optimismo fácil de asumir pero un tanto peligrosa de digerir. El peligro es sumirse en una borrachera de autosatisfacción, de éxito, que les haga olvidar experiencias vividas e incluso la propia esencia de su existencia.

Deberían recordar el error cometido en el periodo diciembre 2015-junio 2016 cuando su líder, Albert Rivera, decidió echarse en manos de Pedro Sánchez y dar la espalda a la mayoría de sus votantes procedentes de las bolsas del PP. Deberán decidir si quieren ser un partido bisagra –una voz apoyando al PSOE, otra al PP– o convertirse en una alternativa nacional de gobierno.

Rivera y los suyos han de reflexionar cómo mantendrán ese entusiasmo si apoyan la abolición de la condena perpetua revisable, cuando la práctica totalidad de sus votantes están de acuerdo en mantenerla e incluso endurecerla. O cómo justificar el apoyo a los socialistas catalanes para que el partido de Iceta tenga un miembro en la Mesa del Parlamento catalán y niegan al PP cederle un diputado para que pueda formar grupo parlamentario propio cuando es una maniobra habitual en la política española.

Rivera y sus huestes han de tener mucho cuidado para que quienes hoy han retirado decepcionados su apoyo a los populares no se vean frustrados por sus coqueteos con el PSOE. Son quienes pueden votarle a él o al PP según convenga, pero jamas para facilitarle la gobernación a la izquierda. Ciudadanos ¡ojo! Así es la vida.