Alfonso Ussía
Ortega Lara
Interpreto un cierto desprecio en los dirigentes del Partido Popular respecto a la nueva formación política, Vox, liderada por José Antonio Ortega Lara. Un desafecto injusto. Ortega Lara era del PP y se ha marchado harto del PP. El problema no es Ortega Lara, sino el Partido Popular, que ha provocado su éxodo. La clave está ahí. Un héroe, una víctima del terrorismo más brutal, se ha sentido tan humillado e incomprendido en su partido que ha preferido la dignidad al pienso. Quien ha padecido la tortura de más de quinientos días encerrado en un agujero terrible no antepone jamás el pesebre a la libertad.
Vox ha puesto nerviosos a los populares, cuando este pequeño grupo no puede competir con el poder del PP. Los nervios le vienen por la mala conciencia, que no por los pasos avanzados por Ortega Lara fuera de la disciplina del que fue su partido y su casa. Si Ortega Lara no está en el PP y Bolinaga, su despiadado y malnacido secuestrador, vive libre y feliz en Mondragón por la excusa de un cáncer terminal que nunca termina, la culpa no es de Ortega Lara, sino del Partido Popular. El desprecio sobra, porque Ortega Lara se ha ganado el respeto y la admiración de millones de buenos españoles, que podrán estar de acuerdo o no con su proyecto político, pero que jamás osarán desairar a quien ha sufrido la más larga y cruel tortura por defender la libertad de los españoles.
No ha tenido suerte el torturado con la generosidad de muchos medios de comunicación, incluido éste, La Razón, donde tan feliz me siento y para el que escribo. Apenas una notita insignificante, como si este grupo disidente de la derecha española estuviera en condiciones de desmoronar la fortaleza de un Partido Popular que sólo debe sentirse amenazado por los suyos. Bolinaga, en la calle y Ortega Lara, en el silencio. Quizá sea su sino. La vida determina destinos perversos. Pero José Antonio Ortega Lara demostró hasta qué límite de fuerza y esperanza puede combatir un hombre reducido en el más terrorifico agujero. Ni en Buchenwald, ni el Treblinka, ni en Mathaussen, ni en Dachau, ni en los campos de concentración siberianos de Stalin, se ha tratado de manera más feroz y despiadada a un ser humano como la ETA de Bolinaga, el borrachín de Mondragón, trató a Ortega Lara. «Estoy orgulloso de pertenecer a un partido político que no ha negociado por mi libertad». Encima eso. Y ahora, el desprecio, la risita, el desaire y la falsa misericordia.
Si Ortega Lara se ha marchado del PP, ha sido por culpa de este PP. Si Ortega Lara se ha sentido humillado en el PP, quien ha humillado a Ortega Lara ha sido este PP. Si Ortega Lara, con escasas probabilidades de triunfo, ha decidido formar parte de un nuevo partido político parecido al PP de ayer, no es por otra razón que por los deslizamientos peligrosos que está protagonizando el PP de hoy. No es concebible, si no se concibe desde la más absoluta decepción, que un personaje como Ortega Lara, que se lo habrían rifado todos los partidos políticos, haya decidido disputarle los votos al partido político del que se sintió tan orgulloso, tan involucrado y tan agradecido. El Partido Popular haría bien en lamentarse públicamente por este monumental error, dejando en el cajón el desprecio de sus dirigentes, tan antipáticos en su mayoría, tan displicentes en su conjunto, tan desagradecidos en su casi totalidad.
No tengo decidido si mi voto futuro caerá en la alforja de Ortega Lara. Probablemente no. Pero aún negándole el voto, lo haré con el mayor de los respetos y la admiración más profunda. Y una infinita gratitud, eso que falta en la prepotencia de un Partido Popular deshumanizado.
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