Luis Alejandre
Otros veraneos: Somalia
Tanto la cincuentena de tripulantes y técnicos del Destacamento «Orión» del Ejército del Aire desplegado en Yibuti como los cerca de 200 tripulantes de la fragata «Numancia» de nuestra Armada saben lo que es veranear en el Cuerno de África, donde «el calor es asfixiante y el aire quema», como relataba recientemente el enviado especial de LA RAZÓN Fernando Cancio. En esta época es frecuente que las temperaturas superen los 44 grados, y cuando sopla el Monzón se navega permanentemente con mala mar. Los muchos y continuados días de operaciones resultan agotadores para nuestros marinos.
Pero el esfuerzo de la comunidad internacional en la zona merece y ha merecido el esfuerzo. En 2009, cuando comenzaron las operaciones se habían producido 163 ataques y 46 secuestros de barcos. Un año después se mantenían las cifras: 176 ataques, 25 secuestros. Pero ya el año pasado sólo se contabilizaron 35 asaltos con cinco secuestros y, este año, hasta la fecha sólo se han sufrido tres, sin ningún secuestro.
Es decir, que la fuerza de la razón se ha impuesto a la fuerza de la sinrazón.
En la zona operan tres fuerzas:
-La Task Force 465, de la Unión Europea, formada actualmente con unidades de Portugal, Alemania, Francia, Suecia, Italia y España (fragata «Numancia») en el marco de la operación Atalanta.
-La Task Force 508 de la Alianza Atlántica, formada por un buque noruego y otro holandés.
-La Task Force 151 desplegada en el marco de la «operación Enduring Freedom», formada hoy por un buque turco y otro de Corea del Sur, curiosamente mandada por un comodoro paquistaní.
Desde el comienzo de las operaciones, los buques españoles han capturado 168 piratas, de los cuales 118 fueron liberados en la costa al no poder ser transferidos a ningún país y los restantes 50 entregados en España (14), Francia (7), Kenia (17), Seychelles (11) y Yibuti (1). De los cuatro rescates realizados, dos fueron «cooperativos», es decir, los piratas se rindieron inmediatamente; en el tercero se hizo de noche por sorpresa, con iguales resultados. El más violento fue el recate de la ciudadana francesa Evelyne Colombo, cuyo marido había sido asesinado y arrojado al mar.
A día de hoy siguen retenidas en poder de piratas las tripulaciones de dos barcos con 50 tripulantes: el portacontenedores «Albedo» de Malasia, secuestrado en noviembre de 2010 con 23 hombres a bordo, de los cuales supuestamente cuatro murieron en el asalto y al que fotografías recientes señalan como prácticamente hundido. El otro es un viejo pesquero de Taiwán abanderado en Omán –el «Nahan 3»–, que fue asaltado con 28 personas a bordo el 26 de mayo de 2012. Por supuesto, imaginan bien si piensan que hay planes de rescate. Pero la vida de los rehenes se prioriza sobre toda iniciativa de asalto. Debe darse por descontado que éstos serían utilizados como escudos.
Parece que, resumida así la situación, el veraneo se les presenta fácil a nuestros contingentes. Por supuesto no lo es. A la separación familiar, a las dificultades de aclimatación, se unen muchas otras dificultades. También tienen alegrías. A día de hoy, la totalidad de los buques del Programa Mundial de Alimentos la ONU ha llegado a su destino, lo que significa la subsistencia de tres millones de personas que dependen de este programa. El destacamento «Orión» vivió recientemente de cerca la liberación de las cooperantes españolas de Médicos Sin Fronteras, Montserrat Serra y Blanca Thiebaut, que hicieron escala y embarcaron rumbo a España en Yibuti.
Basta ver un mapa que incluya el corredor del Golfo de Adén hasta las Seychelles, para ver la amplitud de la misión. Los objetivos, por tanto, deben priorizarse, seleccionarse, seguirse, coordinarse, para poder actuar en tiempos muy breves en apoyo de unas personas que se juegan la vida o un largo secuestro. Todo tiene que coordinarse con centros de control del espacio aéreo, no siempre a la altura de las necesidades o con las divisiones de operaciones de la fuerza internacional, sujetos a decisiones que a veces pueden necesitar el beneplácito de autoridades nacionales o internacionales. No es tan sencillo, porque la frontera entre la escolta o seguimiento de tipo policial y el legítimo uso de la fuerza que corresponde a un navío de guerra muchas veces no está bien determinada, por bien redactadas que estén las Reglas de Enfrentamiento (ROEs).
Bien quisiera decirles a nuestras «gentes de armas», no sólo que los respetamos y recordamos. Me gustaría añadir que no se preocupen por la situación en suelo patrio. Bastante tienen. Pero no. Un trágico accidente, unos incendios que abrasan nuestras tierras más queridas, o unos pozos de corrupción que parecen no tener fondo empañan también nuestro veraneo. Lo siento. Pero no les puedo mentir.
Hoy sólo pretendo que nuestra sociedad sepa de su esfuerzo y sacrificio en el Cuerno de África. En lo posible ¡feliz verano!
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