Martín Prieto

Patear el tablero

Es truco de mal caballero patear el tablero cuando adviertes el jaque mate. El virrey socialista andaluz, yéndose pero quedándose, parece el habitante de la casa deshabitada o el hombre que nunca existió aunque tenía hasta novia. Ya se sabe que son las reglas (oxidadas), pero a José Antonio Griñán ninguna mayoría le votó para presidir la Junta de Andalucía; primero llegó a dedazo y en segunda instancia, formando un frente popular con Izquierda Unida ante la mayoría electoral de Javier Arenas y el PP. Avisar de que te retiras en tres años es como lo de aquel general bolchevique de la Gran Guerra que amenazaba a los alemanes con rendirse en seis meses. Cosas tan extravagantes no son estrategia política, sino pisar el hormiguero para satisfacerse malsanamente en la confusión. Los socialistas morirán de un ataque de primarias, porque llevan décadas intentándolas y ninguna les sale limpia y democrática, pero que Griñán se suba al podio y las proclame para elegir a su funcionaria de confianza, Susana Díaz, puede catalogarse de bicefalia. Siendo Griñán de arraigada familia franquista, podía haber designado a un pariente para sucederle en el 2016, si no cambia de opinión. La situación emponzoñada en que deja Andalucía sería motivo suficiente para retirarse ya; pero a la Trapa. No renuncia a la presidencia del PSOE, ni para ahora ni tampoco para después, para poder hacerle trenzas a Rubalcaba, que ya es arte. Los provectos y en la acera de los juzgados haciéndole la revolución generacional a los treintañeros como si los pirómanos dieran instrucciones a los bomberos. Rubalcaba será prudente manteniendo su agenda partidaria y no atendiendo los empujones del cacique de la región-régimen más corrompida de España. Con las elecciones aún lejos lo peor para el PSOE son unas primarias que serían puerto de arrebatacapas y vivero de oportunismos. Griñán se va, pero se queda, pero huye matando.