Ely del Valle

Plebiscitando

O consulta o elecciones plebiscitarias. Ése es el órdago en el que Mas anda enredado como ratón en madeja de lana. Ahora que lo de colocar las urnas se le está poniendo muy cuesta arriba, quema un último cartucho advirtiendo que su otra opción, la de utilizar las elecciones para obtener por la tangente lo que no consigue por derecho, sería «un choque muy grande». Lo que no dice es que, además, sería un fraude.

Las elecciones autonómicas se convocan para elegir un parlamento, que a su vez decide quién y cómo va a gobernar durante cuatro años, no para obligar a los ciudadanos a que se retraten sobre una única cuestión. Dentro de su propio partido, Mas y Duran tienen opiniones enfrentadas, ¿qué lectura se le daría a una victoria de CIU? ¿La del triunfo del independentismo? El resultado sería falso. Y en el PSC ocurre tres cuartos de lo mismo. ¿Se pretende obligar a los catalanes a escoger su papeleta por razones ajenas a la gestión, las políticas socioeconómicas y, en general, a todo lo que los votantes se supone que debemos valorar antes de decidir en manos de quién ponemos el timón?

Lo de las elecciones plebiscitarias, además de no existir como término jurídico, no es más que la instrumentalización de la voluntad de los ciudadanos.

En cuanto a lo del poderoso choque que vaticina Mas, ahí hay que darle la razón, sobre todo por la parte que le toca. El deseo de esconder sus errores de gobierno tapándolos con la alfombra independentista puede costarle un descalabro, eso sí, muy aplaudido por otras fuerzas políticas cuyos programas no tienen más recorrido que el del sí o no a España. Ya se sabe que cuando se puede tener por el mismo precio un Gucci italiano o un Pucci de los chinos, muy poquitos optan por el segundo.