Gaspar Rosety
Quini es el Sporting
Estoy seguro de que el Sporting es de los equipos que despierta más simpatías en el fútbol español. Quizá, por sus conceptos tan apegados a la tierra y a los más jóvenes de la escuela, quizá por preservar y proteger los signos de identidad que a todos nos son comunes, también, naturalmente, por la alegría de su hinchada, «la Mareona», que abarrota los estadios de todo el país y ha convertido El Molinón en un templo al que acudir cada domingo de culto.
Ese gijonesismo, envuelto en asturianía y españolismo, siempre le dio un barniz de equipo de todos, además de aquel fútbol inolvidable que desplegaron al final de los años setenta Morán, Quini y Ferrero, con futbolistas inolvidables como Joaquín, Maceda, Redondo, Uría, Mesa, Jiménez, David, Cundi, Claudio, y los inmortales Tati Valdés, Jesús Castro y José Manuel, entre otros.
El Sporting despierta cariño allá donde va. Una ciudad maravillosa, gentes abiertas, hospitalarias, que viven el fútbol desde que abren los ojos por primera vez, expertos en tratar al forastero como de casa y en asumir ideas positivas desde la humildad, desde la sencillez de las personas normales.
Volver a observar las lágrimas de Quini, y a la vez su sonrisa, su enorme alegría de enciclopedia bíblica del fútbol español, afán de superación, espíritu de lucha, ansias de vida, nos devuelve a los valores que toda sociedad debe hacer prevalecer. Quini es el Sporting y es el fútbol, Quini es nuestra filosofía.
Fue el ídolo de mi infancia y de mi adolescencia. Perdura en mi madurez. No hay otro como él y lo que significa. Quini, Gijón, Sporting y fútbol. Victoria de todos.
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