Cástor Díaz Barrado

Retorno a México

La reciente visita que ha realizado la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, a México adquiere muchos significados así como las reuniones que se han mantenido y los acuerdos que se han alcanzado. Hoy más que nunca, América Latina vive momentos de gran fragmentación, tanto en lo político como en lo económico, lo que tiene su traducción en el campo de lo social. Se han producido, en los últimos años, cambios trascendentales para los países latinoamericanos y no es fácil afirmar que exista una voluntad cierta y segura de construir un realidad latinoamericana que incida, con una sola voz o de manera coordinada, en el orden internacional. Brasil ha pasado de ser un país profundamente admirado en el conjunto del planeta por las relevantes transformaciones que se estaban produciendo en la sociedad brasileña y por los avances políticos y económicos que han tenido lugar a ser observado, en algunos casos, con cierto grado de incertidumbre. México ha experimentado un desarrollo económico espectacular y ha desarrollado una sólida capacidad de actuar en las relaciones internacionales a pesar de que, infortunadamente, se enfrenta a conflictos de contenido social que debe resolver si quiere mantener su protagonismo en el conjunto de la realidad americana. No obstante, Brasil y México, que, tradicionalmente, fueron examinados como adversarios en el campo latinoamericano, deben entenderse. Representan, sin duda, por sus dimensiones y por su población pero, también, por su capacidad como estados, las realidades con más proyección en el orden internacional de América Latina. Hasta ahora, y sobre todo en los últimos años, ambos países se han situado en espacios diferentes y, a veces contradictorios. Mientras Brasil apostó, y sigue apostando, por Unasur con un marcado carácter político y sin tomar suficientemente en cuenta los aspectos económicos, México, sin embargo, se lanzó a la conquista de los espacios de índole económica y comercial y, así, no sólo participa en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, con Estados Unidos y Canadá, sino que, también, ha ingresado en la Alianza del Pacífico, que tiene un carácter eminentemente económico y comercial. Precisamente estos aspectos han estado muy presentes en las reuniones entre brasileños y mexicanos de estos últimos días, así como las relaciones en el campo del turismo que, en el fondo, mira a la economía. Es pronto para saber si se está forjando una nueva alianza en América Latina, pero todo hace pensar que, con seguridad, la mayor cooperación entre México y Brasil beneficia, sin duda, al conjunto de Latinoamérica.