Alfonso Merlos

Sectarismo liberticida

La Razón
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¡Qué se le va a hacer! Ya se sabe que a la franquicia catalana de Podemos le gustaría que en Barcelona hubiese un busto de Perón o de Chávez o del Ché Guevara. Pero esto es una democracia, esto es España, éstas son nuestras instituciones, o sea, las de todos los ciudadanos. Y esto es lo que entiende a la perfección la señora Colau, pero se niega en redondo a acatar. En parte por incompetencia, en otra por chulería y en una tercera por sectarismo puro y duro. Pata negra. Morada. La del movimiento revolucionario y cainita de Iglesias.

Porque la otrora defensora de los desheredados tiene todo el derecho del mundo a colocar en su dormitorio un busto de Messi o de Joan Manuel Serrat, a decorar el despacho de la sede de su partido con figuras tamaño real de Juan Carlos Monedero o Rafael Casanova. Pero el ayuntamiento no es su cortijo, ni su sala de trofeos, ni un laboratorio particular para hacer esos ensayos guerracivilistas y trasnochados que siempre apasionan y excitan a los comunistas.

No, no y no. Es inaceptable la decapitación escultórica del Rey padre. Y una acción semejante sólo puede tener el aplauso de los paladines de la deslealtad, el antipatriotismo y la mala educación. La falta de respeto, de categoría y de talla para gobernar. Ahí estamos. Valores que no son patrimonio privativo de la izquierda, la derecha o el centro, pero que los antisistema que están en plena deriva degenerativa no los conocen ni por asomo.

Una lástima. Pero un mensaje rotundo: si la flamante alcaldesa estuviese centrada en resolver los problemas graves y reales de sus vecinos, no tendría ni medio segundo para entretenerse en fantochadas, provocaciones y gamberradas. Ni medio.