Carmen Enríquez
Serio y responsable
Nadie medianamente sensato puede poner en duda que la imagen de seriedad, responsabilidad y desenvoltura que da el Príncipe de Asturias estos días de obligado retiro del Rey es impecable. Asume gran parte de la agenda del monarca con una naturalidad y un saber hacer que debería hacer pensar a los que sacan de paseo cada dos por tres la bandera tricolor que representar al país no es tarea fácil y es mejor encomendarla a los que están educados desde niños para desempeñar ese oficio. Además, hay que añadir que, en los últimos años y casi seguro gracias a los consejos e influencia de la Princesa Letizia, don Felipe ha mejorado sensiblemente la manera de pronunciar sus palabras en los actos oficiales, marca las pausas de forma adecuada e incluso utiliza sus manos para dar una mayor expresividad y poner énfasis en ciertos momentos de su intervención.
Todo lo escrito en líneas anteriores viene a reafirmar la sensación de confianza que debemos tener en el heredero de la Corona quien, cuando toque, seguro que sabrá cumplir con sus obligaciones de Jefe de Estado de forma adecuada. Con frecuencia, se hace alusión a la condición del Príncipe de ser el heredero de la corona mejor preparado de la historia de la monarquía española con cierto retintín. Se bromea con ese concepto e incluso se dice que es lo mínimo que se puede esperar de alguien que ha crecido y ha sido formado sin escatimar ningún tipo de medios. Pero eso no es del todo cierto porque sí el Príncipe de Asturias es hoy como es se debe también en gran parte a su esfuerzo personal, a la responsabilidad con la que asumido su papel y al espíritu de servicio con el que ha aceptado siempre sus tareas. Y al modelo que siempre le ha servido de referencia, su padre, el rey Juan Carlos.
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