Julián Redondo
Siempre «negatifo»
El Manchester United es dueño de David de Gea hasta junio de 2016, y eso no lo discuten ni Agamenón ni su porquero. Ha intentado renovarle, incluso de seis en seis meses doblándole la ficha, y siempre ha recibido un respetuoso no por respuesta. David está en las antípodas de Van Gaal, desconfía de él porque cuando surgió la posibilidad de prorrogarle el contrato frenó la operación. No le convencía el portero, que tomó nota por enésima vez de la distancia que les separa. Y como sabe que el Madrid quería ficharlo desde que defendía los colores del Atlético, ha decidido que lo más tardar el 1 de julio de 2016 dará el paso definitivo, que ahora no depende de él.
Van Gaal podría alinearle, pero no lo hace. Le mantiene en una montaña rusa; un día sugiere que el traspaso es inminente y al siguiente que es imposible. Tan pronto le entrena en el primer equipo como le manda al segundo, o insinúa que le convocará y lo deja en la grada. Para la familia de David, Van Gaal es el enemigo público número uno. No sabe a qué juega e imagina que como Sergio Ramos ha renovado con el Madrid y le ha dado calabazas va a mantener el suspense hasta el último minuto.
El United puso precio, 40 millones. El Madrid ofrecía 25 porque en un año saldrá gratis. Es su baza; pero no descarta añadir a esa cifra los 15 millones que recibirá al contado de la Real Sociedad por la cesión de Illarramendi y, además de alegrar la vida a De Gea, terminar con el culebrón.
El United defiende sus intereses con De Gea como el Real Madrid con Ramos. El matiz es que David se quiere ir y Sergio, alcanzado el ansiado acuerdo económico, se ha quedado y eso Van Gaal no lo digiere; tampoco el club.
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