
Alfonso Ussía
Sugerencia
Ignoro si la solución pasa por la Diputación de la Grandeza y Títulos del Reino o es competencia exclusiva del Rey. En cualquier caso, la primera puede solicitar, siempre que la mayoría de sus miembros lo consideren necesaria,una revisión de ejemplaridades infectadas y solicitar la temporal suspensión de las dignidades de un Grande de España. Al contrario de lo que cree mucha gente, los nobles no tienen una ideología en común. Los hay conservadores, liberales, socialdemocrátas, socialistas y hasta comunistas, aunque estos últimos no formen la mayoría. También hay nobles que simpatizan con el sistema republicano, porque la libertad individual los ampara y respeta como al resto de los españoles.Otra cosa es la coherencia. Si un noble se siente republicano, lo coherente es renunciar a su título nobiliario, renuncia que no se produce frecuentemente. Pero no me estoy refiriendo a los sentimientos e ideologías de cada individuo, sino a la responsabilidad de quienes han recibido del Rey el honor de su nobleza y responden al honor poniendo a disposición del deshonor su poderosa influencia. Alfonso XIII, en 1916, concedió el título de Conde de Godó a don Ramón Godó Y Lallana, fundador del diario barcelonés «La Vanguardia», por su espíritu emprendedor y sus innegables méritos. Decenios más tarde, el nieto de Alfonso XIII, Don Juan Carlos I, elevó la nobleza del condado de Godó con la Grandeza de España, siendo titular el nieto del fundador, don Javier Godó y Muntañola, actual presidente del Grupo Godó de Comunicación. Con toda probabilidad, el actual Conde de Godó no se ha enterado de que no siempre enlazan con decencia las dignidades nobiliarias con los negocios. El influyente periódico del Conde de Godó y Grande de España, «La Vanguardia», lleva entregado mucho tiempo al nacionalismo. Sus editoriales no mienten. Sus opinantes aún menos. Su línea editorial concuerda con excesiva frecuencia con las tesis, no ya nacionalistas, sino separatistas de CIU, que ha dejado de ser un partido moderado a impulsor del desmembramiento de Cataluña del resto de España. El propietario de RAC1, que recibe suculentas subvenciones de la Generalidad de Cataluña, tiene todo el derecho a prosperar en su negocio. Don Javier Godó Muntañola tiene asimismo, todo el derecho a sentirse lo que sea y a manifestarse como tal. Pero el Conde de Godó, Grande de España, no. No se puede vivir con dignidad en las dos orillas. Si el Conde de Godó ha decidido que está con los separatistas, el Conde de Godó está obligado a deshacerse de sus oropeles sociales y renunciar a su título nobiliario y a su Grandeza de España. Vivimos tiempos convulsos y preocupantes, y más que nunca la normalidad social precisa de la coherencia en sus personajes más influyentes. «La Vanguardia» es el medio de comunicación escrito más influyente de Cataluña, y si «La Vanguardia» ha elegido un rumbo y un camino concretos, no lo ha hecho sin la autorización y la aquiescencia de su principal accionista, el Conde de Godó. Y si el Conde de Godó ha optado por esa senda, lo lógico y deseable es que renuncie a su título y su Grandeza, concedida por el Rey al que quiere mutilar con su influencia de uno de los territorios más queridos por la Corona. No se trata de una discusión entre condes, un rifirrafe entre marqueses y un duelo entre duques, sino de una acción obligada por la honestidad, el sentido común y la buena educación. Desprendido y posiblemente descansado del peso de sus dignidades nobiliarias, el señor Godó puede convertir «La Vanguardia» en un medio de propaganda del separatismo catalán y los supuestos «Países Catalanes» sin ningún tipo de remordimiento. Y recibir subvenciones por la causa. Y vivir liberado de lealtades que no cuadran con su actual manera de ver las cosas. Renunciar a un título que molesta no es una tragedia. En su caso, y para bien suyo, es una obligación.
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