Elecciones catalanas

«Truco» o «trato»

La Razón
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Decididamente Esquerra Republicana parece dispuesta a participar, junto al núcleo duro de la guardia pretoriana encostrada en torno a Puigdemont, en el más arriesgado funambulismo con tal de ver nuevo inquilino en el palacio de San Jaume, volver a las instituciones y dar carpetazo al 155. Un arriesgado número que obliga al balanceo entre las líneas rojas de la legalidad y la obstinación de los «más cafeteros» de JxCat por mantener viva a toda costa la llama de un «president legítimo» en el exilio. Es la ya conocida fórmula de investir a un jefe de gobierno de la Generalitat con todos los poderes ejecutivos solapado en la distancia por un «honorable» a modo de Dalai Lama que pueda seguir difamando al Estado y enredando desde su circo de varias pistas ahora bien instalado en el chalet individual de Waterloo. A la formación de Junqueras ya le iría bien esta situación con tal de poner fin a la tutela del 155 y en ello se está a tenor de las negociaciones a tres bandas a las que viene aludiendo Eduard Pujol, portavoz de JxCat y primer guardia pretoriano de Puigdemont junto a Elsa Artadi, pero ocurre que la formula puede que no sea tan llevadera, ni para la justicia ni para un Gobierno del Estado ya especialmente sabedor –y ahí está el revolcón del «21-D»– de que los quebrantos que ocasiona el secesionismo se le multiplican por cuatro en comparación con el resto de fuerzas políticas de oposición. Lo de un «president de la señorita Pepis» celebrando en su modesto palacete de 4.400 euros al mes reuniones simbólicas con consejeros o parlamentarios, organizando actos con motivo de Sant Jordi u ofreciendo ruedas de prensa como honorable telemático, digamos que no cuadra mucho con los intereses de la castigada credibilidad exterior de España y además hay sobradas razones para ello. La mayoría soberanista en el parlament llegará a un acuerdo, como siempre in extremis y en un alarde de democracia impostada, pero no le quedará más remedio que arreglárselas para salir del bucle «sin 155 y con Puigdemont». Superado el episodio de los Wasaps entre fugados y con independencia de que fueran «robados» o «posados», ahora vuelve a activarse el movimiento en automático del independentismo. Se retrocede un paso pero puede haber oportunidad de avanzar dos si alguien traga con la «milonga» de la doble presidencia simbólica y operativa. Tal vez la finta sea vistosa además de imaginativa, pero habrá que preguntarse cómo se gestiona sin delinquir o sencillamente si la broma volvería a ser costeada por los de siempre, usted, yo y el resto de españoles ¿truco o trato? Pues tendrá que ser que no.