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César Vidal
Turno de oficio
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Hace décadas, en la época en que ejercí la abogacía, rendí mis servicios en el turno de oficio. Los casos que llegaban eran, no pocas veces, conmovedores. Ya fueran mujeres maltratadas que deseaban la separación; minusválidos en busca del reconocimiento de una pensión o atrapados en sumarios sin la menor posibilidad de defenderse, todos ellos compartían la indigencia. El turno de oficio suplía su carencia de medios de fortuna y lo hacía sobre la base de abonarnos unas cantidades simbólicas –algunos dirían que misérrimas– por representarlos y defenderlos. Económicamente, el turno de oficio no presentaba el menor interés, pero, desde una perspectiva humana, proporcionaba, al menos, la satisfacción de que el derecho a la Justicia se convirtiera en realidad para los más menesterosos. Ese derecho está siendo cuestionado de manera sangrantemente dolorosa por el ministro Montoro. Distintos colegios de abogados han informado ya a los letrados de que los beneficiarios del turno de oficio deberán abonar un 21 por ciento de IVA por los servicios recibidos. Las consecuencias de esta medida serán –no lo dudo– catastróficas. ¿De dónde van a sacar los que recurren a este servicio el 21 por ciento del IVA si, en muchos casos, están encarcelados o no tienen ni donde caerse muertos? Aún más, ¿cuántos abogados no decidirán abandonar este servicio? En España, a diferencia de otras naciones, el IVA es adelantado por empresas y particulares aunque no lo hayan cobrado. Hasta ahora con el turno no se ganaba y, a veces se perdía algo, pero, en el futuro, se perderá de seguro un 21 por ciento de IVA. Mucho me temo que, ante semejante perspectiva, no serán pocos los que se darán de baja, no por falta de sensibilidad social, sino por sufrir acusado quebranto económico. Yo comprendo que alguien que ha demostrado una clamorosa incapacidad a la hora de controlar el déficit y que ha provocado un aumento de la deuda pública hasta superar el cien por cien del PIB ande buscando recursos como un poseso. Podría recortar, sin embargo, esos cuatrocientos millones de euros que el gobierno de Cataluña dedica a la independencia. Sin embargo, ha preferido subir el IVA de la montura de las gafas y ahora inventarse un 21 por ciento para el turno de oficio. Quizá esté encantado de su ocurrencia, pero con ella convierte en una burla el derecho a la justicia para todos.
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