Alfonso Ussía
Un «cumple»
Quebrando la tradición –Tradición es Cultura-, la alcaldesa titular de Madrid no acudió a saludar a la Virgen de la Paloma. La justificación es una prueba de su compromiso familiar. Tenía un «cumple». Con toda probabilidad el «cumple» de su sobrino, gran acaparador de cargos y por su aspecto, mayor que ella. ¿Qué importancia tiene la Virgen de la Paloma comparada con la de su sobrino? Ninguna. Bobadas de los católicos, que en Madrid son muy pocos. Su inferior en el cargo que no en el mando, la asaltacapillas en bolas, se lo advirtió: «Manuela, que me ha dicho Pablo que si vas a visitar a la Virgen de la Paloma, te tire de los pelos». Y Manuela obedeció al instante y se inventó lo del compromiso familiar. Los alcaldes, en las festividades tradicionales, no deben resignar la costumbre al parentesco, pero esta alcaldesa titular es muy rara. Nadie le había pedido que se arrodillara o besara a la Virgen. Simplemente, que pasara ante Ella como han hecho todos los alcaldes de Madrid. Por otra parte, y según rumores nacidos de la buena voluntad, parece ser que la Virgen se mostró muy agradecida por la ausencia de Carmena. «Mejor el disgusto que el susto», dicen que comentó Nuestra Señora, la gran castiza.
El 15 de agosto, el Día de la Virgen, de Nuestra Señora, de la Asunción, de la Paloma, de Begoña, de la Patrona, de la Virgen Grande, la mitad de España está de fiesta. En Ruiloba se canta, se reza y posteriormente se pasea la imagen de la Virgen de los Remedios, Madre de todos los tolanos. Apenas un kilómetro hacia el poniente se ubica Comillas, cuyo patrón es el Cristo del Amparo. Amparo y Remedio separados por unos centenares de metros entre prados, bosques y acantilados sacudidos por la mar. La mies de Ruiloba, el Valle de los Laureles, nace con su aroma a heno, lauro y limón el 15 de agosto. Se le canta la «Estrella de los Mares», y durante la elevación se oye en su versión completa el Himno Nacional. Un coro popular y magnífico adorna con sus voces la grandeza del Misterio, ese Misterio que tanto se afanaron en resolver místicos y sabios creyentes, desde el padre Ceñal al escritor José Antonio Muñoz Rojas en sus «Conversaciones de Gredos», con los Lladó y los Garrigues meditando por sus Gargantas. Y los representantes municipales, del partido que sean celebran con el pueblo el Día de Nuestra Señora, porque el pueblo es el protagonista de esa fe que no puede ser insultada con el olvido.
Si el alcalde de Ruiloba, o de Torrelavega, no representan a sus pueblos en la festividad de la Virgen, están condenados al educado silencio de sus gentes. Y a nadie se le pasa por la cabeza que abandonen su lugar en la tradición y se excusen por tener contraído previamente un «compromiso familiar». El día en el que, sin ganar las elecciones, Manuela Carmena fue proclamada alcaldesa titular de Madrid, alguien tenía que haberle anotado en su agenda: «15 de Agosto. Día de la Virgen de la Paloma». Pero claro, cuando la que manda de verdad es una chica que asalta capillas y se desnuda al grito de «¡Arderéis como en el 36!», la alcaldesa «okupa» tiene todo el derecho al pavor. Y como siempre lleva en el bolso a su sobrino, se inventa que es su «cumple», le compra una bolsa de gominolas y unos globos, y se zafa del respeto institucional para refugiarse en el jolgorio que se produce en la ceremonia de soplar y apagar las velitas, que si son las de su sobrino, la tarta debe presentar un diámetro interesante y por razones preventivas, colocar al lado de la mesa una bombona de oxígeno para ayudar al del «cumple» a recuperarse.
Lo que ha hecho Manuela Carmena con la imagen de la Virgen de la Paloma es, simplemente, una grosería más. No a la Virgen, que no se ocupa de esas cosas, sino a los centenares de miles de madrileños que consideran que su Virgen castiza sea respetada por la supuesta máxima autoridad de Madrid. Una grosería muy saludable para la Virgen de la Paloma, que hubiese agradecido la visita, pero aún más la ausencia. Es jornada, la del 15 de agosto, de mucho trajín. Los madrileños visitan a su Virgen y Manuela Carmena le regala a su sobrino el último modelo de «Scalectrix» para que lo instale en uno de sus muchos despachos y juegue con entusiasmo con sus subalternos de IFEMA. No hay que concederle mayor importancia a la descortesía. Como dicen que la Virgen dijo, que no me lo creo porque la Virgen de la Paloma está muy bien educada, «mejor el disgusto que el susto».