Política

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Un elefante en la cacharrería

Un elefante en la cacharrería
Un elefante en la cacharreríalarazon

Un elefante avanza a paso firme –tic, tac, tic, tac– hacia la cacharrería de la izquierda. La pintoresca caravana del cambio, con consignas anticuadas, banderas griegas y otras banderas más viejas y de no grato recuerdo, desfiló por las calles de Madrid en perfecto orden de nomenclatura. Al frente, el de la coleta, o macho alfa, genuina encarnación del pueblo, según dice, que sueña con el asalto al poder. Porque de eso se trata. Primero, de meter al elefante en la cacharrería que habitan comunistas y socialistas, y, una vez destrozado todo y recogido el botín y el material en buen uso, proseguir la marcha del elefante, conducido, ¡válgame el cielo!, por politólogos de la descompuesta Complutense, en lugar de políticos, hasta La Moncloa, sin romper en ningún momento el orden de la nomenclatura, eso no. Porque aquí para conquistar el poder, que es de lo que se trata, lo que importa es la nomenclatura y el ruido. La gente, el pueblo cabreado, hace de comparsa, gritando «Sí se puede», «Tic, tac» o «Pablo presidente». Lo de siempre. Los de Podemos han puesto ya patas arriba el chiringuito de IU, y el nuevo Pablo Iglesias amenaza con asaltar el partido creado por el viejo Pablo Iglesias.

Los socialistas, reunidos en cónclave en Valencia, con la andaluza Susana Díaz ausente por una oportunísima gripe, brillando más que nunca por su ausencia, han estado más pendientes de esta elefantíaca «marcha del cambio» que de su estrategia para las elecciones andaluzas, de las que depende en buena parte su futuro, y del programa para las municipales y autonómicas de mayo. «Menos gritos, menos consignas y más ideas», le han aconsejado desde allí al iluminado «mesías» de Podemos que conduce el elefante, como si a éste le importaran algo las ideas. ¿Ideas? ¿Programas? ¿Qué es eso? Como dijo Azaña, «es mucha la gente que “piensa” con frases hechas». Pues eso. Lo que importa es el marketing de sociólogos y politólogos de segunda, los algoritmos en la red y en los teléfonos llamados –¡qué tontería!– inteligentes, y aprovechar las emociones y los sentimientos de frustración del pueblo. En la conferencia del PSOE tampoco prevalecen las ideas.

El viejo partido, imprescindible para la estabilidad democrática de España, está a la defensiva ante el «tsunami» que viene, desconcertado, motejado de «casta», hecho unos zorros y más pendiente del liderazgo que de encontrar nuevas ideas o, al menos, alguna empalizada.