Inmigración
Un plan Marshall para África
Agosto ha pasado con un debate sobre inmigración como única actividad parlamentaria, y motivado por la peripecia del Open Arms. Sabemos que las llamadas «Primaveras árabes» han supuesto una enorme tragedia humana, con millones de desplazados y la emergencia de estados fallidos –como Siria y Libia– decisivos para controlar esos flujos migratorios. En el Mediterráneo occidental y central, Lesbos-Grecia y Lampedusa-Italia, se han convertido en la expresión de esa realidad. En el Mediterráneo español, la estabilidad de Marruecos ha garantizado una interlocución imprescindible para una gestión adecuada del mismo fenómeno. Pero estas migraciones masivas no son pasajeras. Pretender mantener a millones de personas en África separadas de Europa –para ellos «El Dorado»– solo por el Mediterráneo, es una utopía. La revolución digital ha cambiado muchos paradigmas y no es casual ver a esas personas transportadas –no rescatadas– móvil en mano, como símbolo del mundo global y transfronterizo en el que vivimos. Arriesgan su vida porque en sus países nada tienen. La solución es la inversión al desarrollo en los países de origen, para hacer efectivo el derecho a no tener que emigrar. El ejemplo que guíe esta actuación debe ser el Plan Marshall que reconstruyó Europa, y no el populista «Bienvenido Mr. Marshall» del abordaje del «Aquarius». Lo demás serán parches a corto plazo que impiden que asumamos afrontar con eficacia la realidad.
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