Julián Redondo
Una explosión controlada
Los cinco goles que encajó España ante Holanda abrasan, y, según avanza la cita con Chile, adquieren más trascendencia mientras brotan las reflexiones sobre lo que pudo ser y no fue, como la falta a Casillas en el tercero o el que falló Torres... Acciones que hubiesen restado crueldad a este duelo y ojalá que al de Australia. El examen es de órdago a grande y a chica y una de las dos es falsa. Pero jugar de farol en un Mundial suele acarrear malísimas consecuencias. Ya no es suficiente con elegir entre ser toro o torero, ni basta con ganar. Hay que torear, fiel al estilo de la Selección, y embestir; o sea, golear, ¿a Chile? Ahí es donde surgen las dudas porque el combinado de Sampaoli no es un grupo de tuercebotas; tampoco vedettes del universo. Son, sencillamente, un equipo, la virtud que los distingue. Con una calidad media superior, imponen por físico, disciplina y carácter. Se hablaba de sus cualidades antes de llegar a Brasil porque han progresado. Le costó a España ganarles en Suráfrica y en el último amistoso hubo tablas. Los españoles nunca han perdido con los chilenos, todas las estadísticas son favorables, como también es cierto que la distancia entre ambos cada vez es más apretada. De ahí las dificultades, la pesadilla de organizar el chárter de vuelta a partir de mañana; el ser o no ser de la Roja, que corre el riesgo de sufrir un «maracanazo» como Brasil en el 50, cuando era tal la suficiencia de los anfitriones que sólo pensaban en cuántos goles iban a meter a Uruguay. La Selección ya no depende de sí misma por el tulipanazo, así que lo imprescindible es ganar y luego golear, provocar una explosión controlada sin caer en el desenfreno. La misión no es imposible; ¿difícil? Seguro.
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