Ley del Menor
Uno de los nuestros
Déjenme que hoy pierda la templanza y pida a los buenos musulmanes que salgan a la calle con pancartas, que llamen a las madres de los asesinos del atentado de Barcelona y les obliguen a explicar que sus hijos entendieron mal el Corán, que todos los que profesan la religión que les sirve de excusa a los terroristas griten que ellos quieren cumplir con nuestra Constitución hasta la última coma y que se avergüenzan de los actos de quienes aseguran compartir sus creencias... Y déjenme que hoy exija además a todos, musulmanes o no, que no sean melifluos, que expresen su repulsa y que no se escuden en la corrección política que les convierte en cómplices de esta sinrazón. No quiero incitar al odio, pero tampoco dejar desprotegidos a los míos. No deseo que nadie agreda a quienes no tienen la culpa de nada, pero tampoco que no se haga lo suficiente contra los que nos matan sin compasión. ¿Sabían ustedes que si Moussa Oukabir, el hermano de uno de los detenidos en el episodio sangriento de las Ramblas, de 17 años, resulta ser el autor material de los hechos y hubiera sido detenido, solo podría haber sido condenado a diez años de internamiento en régimen cerrado? Nuestra ley, laxa, débil y absurda, parece atraparnos, sin remedio, mientras otros se la saltan y nos aniquilan sin piedad. Déjenme que ruegue que se revise nuestra legislación y que examinemos nuestras conciencias, para que entre todos encontremos el camino para enfrentarnos a esta locura. Y déjenme que suplique a los buenos musulmanes que sean ellos los primeros en reivindicar esta lucha. Quien se quede callado en esta guerra no será uno de los nuestros.
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