Julián Redondo
Vacas flacas
Las fabulosas chicas del waterpolo, unas jabatas, con la conquista del Europeo endulzaron una tarde que empezó amarga con la precaria contrarreloj de Valverde en el Tour. No tiene nada que ver el ascenso imparable de la natación femenina española con el estancamiento de sus paisanos ciclistas. Malos resultados en Francia; recuerdos de los incipientes ochenta, cuando con AlbertoFernández y Marino Lejarreta acudía el Teka ilusionado con meter a uno de los suyos entre los diez primeros de la general. Y se celebraba. Hasta que José Miguel Echávarri, con el Reynolds, con Arroyo y Delgado, acudió en 1983 a descubrir el Tour y lo puso patas arriba. Tras los años triunfales del Kas, después de las epopeyas de Ocaña y Fuente, impelido por el «equipo navarro» el ciclismo español dio un paso al frente. Ganó Perico el Tour del 88 y no había edición sin que la comparecencia de los chicos de este lado de los Pirineos fuera destacada. Y tras Delgado, que ahora nos anima las tardes ciclistas en TVE secundando a Carlos de Andrés, Miguel Indurain. El no va más. El éxtasis. Sucedió a Perico y después hubo otros: Pereiro, Sastre, Contador... El clembuterol, un paréntesis. Contador, la caída, Purito, Valverde y punto. Mejor aparte que final. Pero no nos engañemos, las vacas son flacas. El Giro lo ha ganado Quintana, un colombiano que en la Vuelta luchará con Wiggins, Pinot, Froome... Purito, Valverde... Parece el orden preestablecido y el papel de los españoles apunta a secundario, coincidiendo con el renacimiento francés y la insultante superioridad de Nibali. No ganaba un italiano desde Pantani (1998). Froome, Wiggins (ambos, británicos) y Evans (australiano) precedieron al tiburón siciliano. Campeones diversos, nacionalidades diferentes. El Tour ha dejado de ser territorio español.
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