Alfonso Ussía

Y ahí está...

Don Camilo tuvo que recurrir en alguna ocasión a la picaresca para sobrevivir. Vivía aún en Palma de Mallorca, en la Bonanova. Su nombre sonaba con fuerza para el Nobel. Pero los derechos de autor no le garantizaban un pasar holgado. Llegó a un acuerdo con una empresa de turismo. Todos los días, a las 11 en punto de la mañana, don Camilo salía a la terraza y hacía como que escribía. Todos los días, a las 11, más o menos, transcurría por ahí un autobús con turistas. Y el guía llamaba la atención de éstos con gran habilidad. «En uno de aquellos edificios vive el gran escritor español Camilo José Cela, y hemos tenido suerte, qué casualidad. Si miran a la izquierda podrán ver al maestro literario español escribiendo su última novela en la terraza de su casa». El autobús aminoraba la marcha y se detenía, y los turistas fotografiaban a don Camilo escribiendo. Desaparecía el autobús, y don Camilo abandonaba la terraza hasta el día siguiente. Y a finales de mes, el talón.

No puede establecerse desde el buen gusto y la sensibilidad una equivalencia entre don Camilo y el robaperas de Sánchez Gordillo, que ya no sabe qué hacer ni decir para llamar la atención. Recientemente ha manifestado que Andalucía no es España. No merece la pena ni el esfuerzo de la carcajada. Invade fincas ajenas, dirige los asaltos a los supermercados, recibe subvenciones de la Junta de Andalucía que nadie comprueba su paradero, usa de bufanda palestina, viaja en «preferente» en las líneas aéreas venezolanas y cubanas, detesta la propiedad privada y los mercados libres, y sabedor de que sus monsergas a nadie escandalizan, nos sale ahora con que Andalucía no es España. Para mí, que Sánchez Gordillo es un elemento que encaja perfectamente en el folclore, como el «Papa Clemente» del Palmar de Troya, digno de las mayores y más sonadas rechiflas. Con Gordillo se podría hacer algo parecido a lo que culminó aquella empresa de turismo con don Camilo. Visita en autobús a Marinaleda. Doscientos euros cada día. El guía habla. «Esta localidad se llama Marinaleda. Carecería de interés si no fuera porque su eterno Alcalde es el diputado aforado del Parlamento de Andalucía Sánchez Gordillo, que ha declarado últimamente que Andalucía no es España. Es decir, que Sánchez Gordillo es un separatista andaluz, un luchador por la libertad de su pueblo, el Robin Hood del siglo XXI. Creemos que su casa es aquella que destaca a la derecha, pero es muy difícil verlo porque dedica a su lucha y a la independencia de Andalucía veinte horas cada día. No obstante, ¡hemos tenido suerte!, y ahí lo tienen, en la cancela de su casa, hablando amigablemente con un grupo de honestos obreros que no están trabajando porque han conseguido cobrar sin dar con un palo al agua. Reconocerán al Simón Bolívar de Andalucía por su aseado aspecto, su barba perfectamente cuidada, sus canas prematuras –consecuencia de sus constantes preocupaciones–, y su vigor físico, propio de quienes son perseguidos por la Justicia y jamás detenidos. Son ustedes afortunados por haber tenido la oportunidad de ver en persona a quien, en unos pocos años, liberará a Andalucía del yugo español, porque ¡madre de mi alma!, Nadie sabe lo que ha sufrido Andalucía perteneciendo a España, lo terrible que ha sido para los andaluces convertirse en la primera imagen de España, porque lo de Roma es mentira, Andalucía es Palestina, y nuestro libertador está ahí, sencillo, abierto a todos, y dispuesto a morir por la independencia».

Por lo menos, que obtenga un rendimiento con sus majaderías.