Julián Redondo

Y dale con la conspiración

Cuatro personalidades hay en Cataluña que relucen más que el sol, el presidente de la Caixa, el del Barça, el de la Generalitat y el abate de Monserrat. Hay quien piensa en Barcelona, gente susceptible hasta la paranoia, que se ha puesto en marcha una conspiración para descabezar el nacionalismo y bajar los humos a los independentistas. De Artur Mas se ocupa Mariano Rajoy y del Barça, el juez Ruz, arma arrojadiza del aparato del Estado. El presidente de la Caixa, porque da créditos, argumentan, y el abate por ahora se libran del acoso y del cerco...

Y hay quien se lo traga, que está convencido de que el fiscal Perals, nacido en Tarragona y seguidor del Sporting, filtró el auto para imputar al Barça el miércoles y oscurecer así el triunfo en el Etihad (¡qué pensarán los atléticos del juez por decidir la imputación ayer!). Y son muchos los baracelonistas –dos ya serían demasiados– que, en lugar de exigir legalidad y claridad en las cuentas, se suman a la teoría de la conspiración en lugar de preocuparse, como hizo el socio Cases, porque los responsables del club quizá estaban distrayendo lo suyo a Hacienda, que somos todos.

Ponen en tela de juicio la independencia de Ruz por investigar, a instancias del fiscal, «la existencia de contratos simulados y la realización de operaciones de ingeniería financiera mediante las que se pretende cometer engaño a la Hacienda Pública». No importa si se ha delinquido, estafado, defraudado 9,1 millones o la firma de Bartomeu está esparcida por los peculiares contratos investigados; lo que cuenta es que hay una perscución organizada contra el Barça; como si lo de menos fuera que ahora vence, convence y da gusto verle jugar.