José Luis Requero

Yo no

Yo no
Yo nolarazon

Mañana muchos jueces harán huelga. Yo no. Los motivos de las asociaciones convocantes son los del manifiesto del pasado día 5, y los míos éstos:

1º Que quienes son un poder del Estado hagan huelga evidencia una crisis de identidad preocupante, como lo prueba que se tengan por funcionarios gubernamentales y dirijan el preaviso al ministro. Además las huelgas las hacen asalariados, no para ser patrones sino para que éstos atiendan sus reclamaciones. Es un contrasentido reclamar el gobierno de la Justicia, eligiendo al Consejo General del Poder Judicial, y optar por un medio de presión propio de asalariados.

2º La sinceridad de la huelga queda en evidencia cuando se clama contra la politización del Consejo por su elección parlamentaria; sin embargo, entre los convocantes hay asociaciones que de siempre han dicho que eso es lo verdaderamente democrático.

3º Que sea por la ley de tasas es de aurora boreal. Ha habido revalorización catastral o aumento de la presión fiscal y no hacen huelga los funcionarios de Hacienda.

4º Que sea porque el Gobierno concede indultos equivaldría a una huelga de ministros cuando un tribunal anula sus decisiones. Serán criticables o anulables si hay algo ilegal en ellos, pero no convertirlos en un motivo de huelga. Los convocantes han perdido la brújula.

5º ¿Huelga por la «privatización» del Registro Civil? Aparte de lo impropio de hablar de «privatización», ¿acaso no hemos reclamado desjudicializar el Registro? Por cierto, los fiscales también convocantes, ¿claman contra la futura gubernamentalización de la instrucción penal?

6º Que una razón para la huelga sea los desahucios y ejecucio­nes hipotecarias es un «robinhoodismo» enternecedor; más grave es que sea por el endurecimiento del Código Penal: pero ¿qué es eso de que una juez cese en sus funciones porque una ley no le gusta?, ¿y si hubiere una huelga de diputados por sentencias que no les agradan?

7º ¿Huelga por la falta de medios?: no estamos bien, pero tampoco estamos en un momento tan malo –más bien lo contrario– como para justificar nada menos que una huelga; con todo ¿se ha planteado una propuesta de prioridades de gastos?, cuando se ha gestionado ¿se ha hecho bien?

8º Recortes en jueces sustitutos. Que los convocantes defiendan ese cáncer del sistema judicial demuestra cómo estiman lo que son y hacen: en su mentalidad ser juez puede hacerlo cualquiera.

9º Unido a lo anterior cobra sentido, muestra falta de ideas que la única iniciativa de política judicial sea la monserga del número de jueces por cada cien mil habitantes y la media europea. Su solución: rebajar la exigencia en el ingreso e ir a reclutas masivas de jueces. Si alguien se anima, hago huelga para recla­mar excelencia.

10º No estoy dispuesto a dar baza alguna a quienes en su carrera por el liderazgo judicial han diseñado una huelga huérfana de motivos y rica en pretextos, convertida en un fin en sí misma.

11º Ante una corrupción no precisamente aislada, controlar a la Justicia acabará interesando a todos los partidos: vienen nuevos años de plomo. Hay hartazgo social hacia unos políticos desprestigiados, cierto, pero también hacia los agitadores oportunistas y esta huelga da bazas y coartadas para inutilizar a la Justicia. La Judicatura no puede malbaratar lo que representa: que es una pieza clave para sanear un sistema herido.

12º. Esta huelga es impropia de unos profesionales de quienes se presume sensatez, que saben y aprecian lo que son y para qué están. Nuestro margen de actuación es limitado pero pasa no por ser agitadores, sino por demostrar que somos capaces de presentar un discurso coherente y sensato como parte de la regeneración del sistema constitucional. Esto no es fácil, sí dar cuatro voces para salir en el telediario, pero ¿desde cuándo hacer las cosas bien es facilón?

13º Hay motivos para el enfado y los jueces lo tenemos difícil para defender nuestros legítimos intereses profesionales. Por eso tocan años en los que las asociaciones deberán reconvertirse y reflexionar hasta qué punto se han contagiado de un sistema político enfermo, especialmente las que en estos años han tenido más relevancia. Espero que analicen si han sabido asumir la responsabilidad de esa posición, si no han acabado generando las condiciones para este suicidio colectivo.