Sin Perdón

Costa, el turbio amigo de Sánchez

«Costa iba a ser una estrella del encuentro socialista del próximo fin de semana»

No hay ninguna duda de la impresionante corrupción que ha anidado en el socialismo español. No es algo opinable, sino que está, desgraciadamente, acreditado. Mucha gente se ha enriquecido ilícitamente, pero otros muchos lo han hecho, también, con el tráfico de influencias o el amiguismo más descarado. Desde la Transición hasta nuestros días, hemos visto cómo algunos saltaban de los despachos políticos para dedicarse al lobby en el peor de los sentidos. Es cierto que el PSOE ha contado con una descarada simpatía de la poderosa izquierda mediática, con sus columnistas y opinadores, que han tenido una vara de medir distinta si afectaba al PP o al PSOE. Han ganado mucho dinero, pero en todos ellos existe el hilo conductor de llevarse bien con los gobiernos socialistas para ejercer de conseguidores. Es bueno recordar que la expropiación de Rumasa fue un auténtico festín para los amigos y socios del PSOE. La experiencia me ha demostrado que la izquierda tiene una gran pasión por el dinero y como su formación es peor, en algunos casos lamentable, necesitan el pesebre institucional como sucede con los independentistas de ERC o Junts.

La corrupción ha llegado al socialismo portugués. No hay que sorprenderse. El mitificado Antonio Costa ha tenido que dimitir como primer ministro después de que su residencia oficial fuera registrada, dentro de una trama que le acusa, junto a otros políticos portugueses, de delitos de prevaricación, corrupción activa y pasiva y tráfico de influencias. No está mal para el buen amigo de Sánchez, aunque en breve dirá que su conocimiento era superficial y circunscrito a las cuestiones que afectaban a sus respectivos cargos. Costa iba a ser una estrella del encuentro socialista del próximo fin de semana. Menudo disgusto para Sánchez, ahora convertido en blanqueador de delincuentes políticos y malversadores, que acudirá como presidente en funciones. No creo que haga un discurso exaltando la ética socialista y la lucha contra la corrupción. El problema de la corrupción ha sido, es y seguirá siendo transversal, porque afecta a personas que lo son al margen de sus ideas políticas. Y el PSOE nunca ha sido inmune a ello.

Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)