Sin Perdón

¿Cuál es el problema más grave de España?

No hay duda de que es una insensatez que una gran democracia dependa de partidos chantajistas que quieren la independencia de sus territorios

No hay ninguna duda, son los nacionalistas. No es que gobierne la izquierda o la derecha. No lo es que existan formaciones más radicales en el espectro político. No lo es la crisis inflacionaria u otras cuestiones que el tiempo siempre acaba resolviendo. Las crisis económicas son cíclicas. La actual es muy preocupante, pero mientras tengamos barra libre del BCE se podrá mantener un buen ritmo de crecimiento. En el momento en que se cierre el grifo se tendrán que tomar medidas. Es cierto que el sanchismo es un problema, pero la pulsión autoritaria que subyace, como se ha comprobado, desgraciadamente, en la pasada legislatura no conlleva el riesgo de conducirnos a lo que sucede con la izquierda populista en los países hermanos de Iberoamérica. La quiebra de la división de poderes es inquietante, pero hay una Justicia que no se rinde ante la ofensiva de la izquierda. Ni siquiera es irreversible el poder mediático de La Moncloa y el dominio que ejerce Miguel Barroso el Cubanino como maestro de ceremonias y máximo estratega de la propaganda sanchista. El PSOE sufrió una derrota histórica en 2011 y la volverá a sufrir más pronto que tarde. El pueblo español, por utilizar un tópico, es muy sabio.

No puedo decir lo mismo del nacionalismo catalán y vasco que son el agente disgregador más peligroso que sufre España. La dependencia de los partidos constitucionalistas de sus veleidades, como sucede con Sánchez, es un disparate monumental. La alternancia entre la izquierda y la derecha muestra la fortaleza de una democracia. No importa que sea una coalición del PP y Vox o del PSOE y Sumar, porque no comportan ningún riesgo para la unidad. El problema son los aliados de Sánchez. Por supuesto, ese disparate que dicen los dirigentes socialistas y sus palmeros de que están en riesgo los derechos y las libertades si gobierna Feijóo es una estupidez propia de ignorantes. Es una muestra del nivel académico de algunos políticos y periodistas. No hay duda de que es una insensatez que una gran democracia dependa de partidos chantajistas que quieren la independencia de sus territorios.

Francisco Marhuenda es catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)