Aunque moleste
En defensa de la división de poderes
Un mensaje de Navidad serio, contundente, sereno, político, en favor de la Constitución y la convivencia
No ha podido ser más claro, contundente y preciso el alegato en defensa de la Constitución emitido por el Rey en su discurso de Navidad. Dado que la mayoría de los aliados del Gobierno están en contra de la Carta Magna, se entienden las críticas que al mensaje han expresado algunos de estos partidos, que trasladan sin ambages su rechazo al régimen del 78. Los proetarras de EH Bildu, uno de los aliados más sólidos de Sánchez, ya se manifestaron previamente pidiendo a los vascos un «boicot activo» al Monarca apagando todas las radios y televisores a la hora de la emisión. Nada nuevo que no hicieran otros años. La alianza Frankenstein le está sirviendo al presidente del Ejecutivo para gobernar, pero no para que sus aliados cambien de opinión. Lo anticipó Rubalcaba. Por eso las palabras de Felipe VI no son bienvenidas para ellos. Porque dijo que «fuera del respeto a la Constitución no hay democracia ni convivencia posibles; no hay libertades sino imposición; no hay ley sino arbitrariedad». Y que «con la Constitución, conseguimos superar la división, que ha sido la causa de muchos errores de nuestra historia; que abrió heridas, fracturó afectos y distanció a las personas». Claro, el problema es que los aliados de Sánchez no quieren unidad sino fracturar, detestan el consenso, trabajan por levantar un muro contra la derecha, y además están en el peligroso juego de controlar todo el poder, no sólo el Ejecutivo y el Legislativo, sino incluido el Judicial. Aspiración a la que no es ajeno el propio presidente, que pretende un Judiciario de partido, como ya ha logrado con el TC. Por eso la alocución navideña de Don Felipe no ha debido gustar en exceso en Moncloa, pese a que los discursos del Soberano son visados por el Gobierno. En el tiempo político actual, lo más sobresaliente de la alocución fue quizás la defensa de la división de poderes, con tres dardos precisos: uno) «cada institución debe situarse en el lugar que le corresponde»; dos) «debemos respetar a las demás instituciones en el ejercicio de sus competencias y contribuir a su fortalecimiento y prestigio»; y tres) «todas las instituciones del Estado tenemos el deber de conducirnos con la mayor responsabilidad». Para quienes lo quieran entender, hay contenido en doble sentido: por un lado, el aprecio a la división de poderes, hoy más que nunca en peligro en España; pero por otro, un recado a cuantos han criticado a Su Majestad por cumplir con su papel constitucional, pidiéndole que no nominara candidato a Sánchez para la investidura o quienes le reclaman que no sancione la ley de Amnistía. «El lugar que le corresponde» al Rey no es el de polarizar a la sociedad tomando medidas que sólo servirían para acrecentar la división entre españoles, por mucho que quienes dicen defender a la Corona, lo que conseguirían con su propuesta es liquidarla.
Difícil papel de Don Felipe en estos tiempos convulsos. Unos ningunean a la jefatura del Estado y postulan sin frenarse un cambio de régimen. Otros, desde posiciones contrarias, quieren que tome decisiones que van mucho más allá de sus atribuciones constitucionales, y que sólo contribuirían al enfrentamiento.
Por eso es tan importante este mensaje de Navidad, serio, contundente, sereno, político, en favor de la Constitución y la convivencia.
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