El canto del cuco
Después de la tormenta
Emiliano García-Page (PSOE) y Alberto Núñez Feijóo (PP) acudían juntos a Letur, el pueblo de Albacete más castigado por el temporal, demostrando que la política de colaboración es preferible a la de confrontación
Me pongo a escribir abrumado por el peso de la catástrofe que ha desolado varias regiones de España, con la provincia valenciana a la cabeza, donde ya van recogidos un centenar de cadáveres, ¡y lo que falta! El temporal ha generado una hecatombe de muertos, inundaciones, carreteras y líneas férreas cortadas, destrucción y ruina. Lo llaman DANA (Depresión Aislada de Niveles Altos). ¡Maldita DANA! Hay que contenerse hoy, por respeto a las víctimas y sus familias, y renunciar a la tentación de aplicar a los «altos niveles» del Gobierno otro tipo de «depresión aislada» –aunque no tan aislada–, políticamente demoledora y que está arreciando inconteniblemente en los Juzgados. Es la hora de unir fuerzas para hacer frente entre todos a la situación, cuando aún ruge la tormenta en cielos no lejanos.
No ha sido buen ejemplo el que dio el miércoles la Mesa del Congreso de los Diputados, a las órdenes de La Moncloa, negándose a aplazar en señal de duelo la aprobación del decreto sobre RTVE. Parece que el Gobierno tiene más prisa en tomar la televisión que en hacerse cargo de la tragedia que sufre media España. Tampoco es de recibo la consiguiente ley del silencio decretada por el presidente Sánchez, aprovechando –ahora sí– el luto oficial. Es inevitable pensar que es una artimaña para ganar tiempo ante el tsunami judicial y político –Fiscal del Estado, Begoña Gómez, Errejón, Ábalos...– que se le viene encima. Sobran en todo caso los reproches improvisados cuando aún no se han recuperado todos los desaparecidos. Ya habrá tiempo de pedir responsabilidades, corregir fallos y ver si se puede poner freno, en la próxima ocasión, a la furia desatada de la Naturaleza herida.
En situaciones límite como esta, los españoles acostumbran a dar lo mejor de sí mismos. El Rey, «desolado», dio ejemplo poniéndose inmediatamente al frente de la operación. El presidente Sánchez regresaba del largo viaje a India y prometía fondos europeos para la reconstrucción. Un millar de militares se volcaba, desde el primer momento, montando morgues y ayudando a la gente en los sitios más peligrosos. Emiliano García-Page (PSOE) y Alberto Núñez Feijóo (PP) acudían juntos a Letur, el pueblo de Albacete más castigado por el temporal, demostrando que la política de colaboración es preferible a la de confrontación, un gesto significativo, que puede ser preludio del futuro político cuando pase la DANA del sanchismo. Y un gran movimiento de solidaridad se ha extendido por toda España, demostrando, como ocurre en las grandes ocasiones –dramas, triunfos deportivos...–, que existe una fuerte conciencia nacional callada, que las fuerzas disgregadoras pretenden sofocar inútilmente.
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Pasividad ante la tragedia