Y volvieron cantando

La distorsionada derecha catalana

Esa derecha que en otro tiempo veía acomodo en la antigua Convergencia y en Unió se ha visto fagocitada por un agujero negro independentista

Hubo un tiempo en el que el cuadro ideológico de coordenadas políticas en Cataluña venía a reflejarse con una cierta nitidez en una línea horizontal izquierda-derecha con otra línea vertical que venía a medir los niveles de aceptación nacionalista de mayor a menor. Hoy, a las puertas de unas nuevas elecciones, difícilmente los actores políticos y las formaciones a las que representan podrían corresponderse con el gráfico de años atrás, sencillamente por lo que ha ocurrido en Cataluña desde que su Parlamento aprobara un estatut declarado después inconstitucional, pasando por unos niveles de corrupción incrustada en no pocos órganos de poder con el famoso tres por ciento en el plano de gran referente y desembocando en el «proces», previos episodios premonitorios como el asalto a un president que tuvo que huir en helicóptero, la declaración de la «DUI», el macro juicio en el Tribunal Supremo sin Puigdemont, los indultos y la ley de amnistía que pretende hacer un borrado probablemente inconstitucional de todo aquello.

La distorsión política ha afectado de manera especial a la derecha, ya de por sí siempre distanciada de los unos referentes nacionales identificados en torno a las siglas del PP. Ahora, esa derecha que en otro tiempo veía acomodo en la antigua Convergencia y en Unió se ha visto fagocitada por un agujero negro independentista, que por encima de valores ideológicos cercanos al liberalismo amable de CiU establece la prioridad de una huida hacia adelante para desgajar a Cataluña del Estado en permanente competición con ERC y por momentos con peligrosos guiños xenófobos. Ciudadanos ganó unas elecciones porque supo aglutinar la bandera constitucionalista, pero entre otras razones acabó desmoronándose porque jamás supo aclarar lo que en el plano ideológico quería ser de mayor. Es hoy por hoy el PP la única formación ante la que se abre la enésima oportunidad de consolidar un espacio propio, de derecha europea y también catalanista, con un discurso para el que sí hay caladero electoral bien diferenciado del PSC y de Vox. Sin una presencia fuerte de los populares en Cataluña, la sensación de anomalía a nivel nacional será inevitable, ya ocurrió en los tiempos de Rajoy y puede repetirse incluso aunque Feijóo llegue a La Moncloa. Ergo Alejandro Fernández, paciencia, travesía del desierto pateándose los pueblos no solo en campaña electoral y mucha carga ideológica, porque Cataluña necesita una derecha reconocible.