España

El ejemplo de la Transición

El fallecimiento de Adolfo Suárez, hace ahora una semana, y el unánime tributo recibido han dejado escrita una gran lección: la sociedad española quiere que los partidos políticos, desde los mayoritarios a los de menor representación, lleguen a acuerdos de Estado en asuntos que mantengan a salvo y fortalezcan lo esencial de nuestro orden constitucional; quiere también la dignificación de la actividad política y la ejemplaridad del servidor público y que prevalezcan los intereses colectivos por encima de los partidistas. En esencia, ése fue el «espíritu de la Transición», periodo clave en nuestra historia reciente, cuyo éxito es atribuible a la sociedad española, que demostró madurez y responsabilidad; a Adolfo Suárez, que tuvo la audacia y el coraje de sacar adelante las leyes que cerraron las puertas del pasado, y a Don Juan Carlos, que gestionó los pasos más delicados dados en aquellos años y que unió el destino de la Corona al de la incipiente democracia española. En una encuesta que publicamos hoy, el 89,1 por ciento cree que España necesita un gran acuerdo para afrontar los retos que tiene planteados, de manera especial sobre los asuntos que más preocupan a la ciudadanía: crisis económica y paro, corrupción política, Sanidad, Educación y pensiones. La realidad, sin embargo, es otra, y desciende hasta el 41,1 por ciento la creencia de que se pueda llegar a acuerdos como en la Transición. Pero vivimos en otro momento:el Parlamento es el centro de la vida política y las instituciones del Estado funcionan y son sólidas. La apreciación de los encuestados es que vivimos otro tiempo distinto a los años en los que se pusieron los pilares de la actual democracia (sólo un 23,9 cree que es comparable, sobre todo los más jóvenes). Aquellos años fueron un momento fundacional de la España democrática y su reivindicación no es un retroceso sentimental sino la afirmación de unos valores de concordia que tanto nos ayudaron a avanzar y que deberían estar presentes en nuestra cultura política. En este sentido, el 62,8 por ciento considera que la figura del Rey se ha puesto en valor tras la muerte de Suárez y que nadie mejor que él representa y es el garante del «espíritu de la Transición». Desde la Jefatura del Estado se siguen manteniendo contactos periódicos con todas las formaciones políticas, intentando facilitar acuerdos y fomentando un marco de convivencia en el que la política no pierda de vista su verdadera función de mejorar la vida de los ciudadanos. La institución que representa Don Juan Carlos es ajena a las alternancias políticas, cumple con la tarea constitucional de arbitrar y moderar el «funcionamiento regular de las instituciones» (artículo 56) y mantiene un papel integrador. La Transición es el pasado, pero dejó la Constitución como su mayor obra y garantía de que podemos seguir avanzando.