España

El mal que esparcen...

Mariano Rajoy mostró ayer cuál debe ser la actitud de una persona cabal cuando se atraviesan momentos de confusión de valores como los actuales. Frente a la parálisis y al estupor que suelen embargar por su propia iniquidad a las víctimas de una insidia, el presidente del Gobierno hizo lo que tenía que hacer: defensa inequívoca de su trayectoria y la de su partido, asumiendo la plena responsabilidad de su cargo, y llevar a la conciencia de los ciudadanos la vigencia de uno de los principios en los que se fundamenta el Estado de Derecho como es el de la presunción de inocencia. Rajoy puso las cosas en su sitio, en su justo término, cuando se negó a admitir como si fuera algo natural la inversión de la carga de la prueba, una lacra que está infectando a las sociedades modernas a medida que se extienden los medios de comunicación masivos y las redes sociales, convertidas en inflexibles tribunales inquisitoriales. La injuria y la insidia convertidas en moneda de uso corriente en esta aldea global que dejaría sin habla al propio Marshall McLuhan. De ahí esta frase fundamental de su discurso: «Yo creo en la Justicia. Y seguiré trabajando para vivir en un país en el que sean necesarias pruebas y tribunales para juzgar, sentenciar y condenar. La sombra de la sombra de un indicio manipulado no puede servir para que cualquier español pierda la presunción de inocencia», que se debe leer en todo su contexto y que explica el apoyo explícito y sin reservas del presidente del Gobierno a su ministra de Sanidad, Ana Mato, en el punto de mira de una nueva tanda de acusaciones.

El mensaje de confianza de Mariano Rajoy no iba dirigido sólo a los dirigentes populares sino, muy especialmente, a los votantes de su partido, abrumados y preocupados por la cascada de acusaciones de corrupción y muy necesitados de ánimo y certezas. La disposición a presentar públicamente sus declaraciones patrimoniales y la rotundidad con que ha calificado de infundios las acusaciones, deberían ser suficientes, si no para desalentar a los adversarios, sí para alentar a los propios. Por ello, también tuvo muy presente a los sectores de la oposición que han querido ver en este asunto una oportunidad para corregir el resultado de las urnas, forzando una crisis social que llevara a la dimisión del presidente del Gobierno. No habrá caso. Rajoy ha recordado, aunque sin cita expresa, otras operaciones de agitación y propaganda organizadas contra el Partido Popular para advertir de que no se van a dejar amedrentar: «Lamento el daño que están haciendo al PP, el que desean para mí, el que intentan contra el Gobierno y el que, de hecho, están causando a España. Es todo lo que van a sacar: el mal que esparcen».