El desafío independentista
El «proceso» os hará libres (y dará trabajo)
La última iniciativa que los líderes independentistas están estudiando para celebrar el referéndum –y evitar de paso responsabilidades legales– es el de contratar parados que se hagan cargo de las mesas el día de la votación. Estamos hablando del mayor problema que tiene Cataluña (el 14,8% de su población está fuera del mercado laboral; 558.500 personas, según datos de la EPA) y no del «conflicto con Madrid», históricamente cultivado y mimando por el nacionalismo. Pero ni la independencia dará a ningún catalán más derechos, ni, incluso, está asegurado que la situación de los parados mejore, por más que la propaganda nacionalista venda lo contrario. La medida es indigna por utilizar un colectivo especialmente vulnerable como escudo de protección ante las responsabilidades que derivan de un referéndun ilegal. En el juicio por la consulta del 9-N, Artur Mas dijo que ésta se hizo de forma legal ya que se dejó en manos de voluntarios. ¿Buscan ahora los líderes de la «revolución de la sonrisa» derivar la responsabilidad en unos ciudadanos sin empleo? La Generalitat debería dejar de mentir en algo tan serio: ayer mismo, el Gobierno catalán recibió la quinta notificación judicial con la que se les advierte de que no pueden proseguir con los preparativos del referéndum. De nuevo queda evidenciado el carácter manipulador del proceso independentista.
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