Cataluña
El toreo cargado de futuro
La Feria de San Isidro ha cosechado un balance positivo, con mucha afluencia de público,triunfos y una veintena de trofeos para los diestros pese al tiempo desapacible de esta primavera y a la irregularidad de ciertos encastes de los que se esperaba mucho más. Lo que demuestra que la Fiesta por antonomasia está muy viva y no sólo en España. Así, uno de nuestros más grandes espadas, Julián López, El Juli, que ayer en LA RAZÓN hizo una hermosa y atinada defensa del mundo del toro, se ha convertido en un ídolo más allá de nuestras fronteras, especialmente en Francia, donde la tauromaquia se considera una de las bellas artes sin distinciones ideológicas o de posicionamiento político. La reciente feria de Nimes, en la que El Juli derrochó arte y valor, cautivando al público, se ha convertido en uno de los referentes de la Fiesta, atrayendo aficionados de toda Europa hasta el punto de celebrar dos espectáculos diarios a plaza llena. Contrasta con la absurda prohibición impuesta en Cataluña, cuya raíz ideológica no escapa a nadie, y obliga a reflexionar sobre las consecuencias, también económicas, de una legislación autonómica puramente coyuntural y finalista. En este sentido hay que recordar que hace ya dos años que la República francesa nos dio una lección de torería, en su aprecio desprejuiciado por sus señas de identidad culturales, cuando incluyó la tauromaquia en la lista de su Patrimonio Cultural Inmaterial, creando una protección eficaz para un espectáculo arraigado en todo el sur del país. Pero Francia no está enredada en cuestiones identitarias tan estériles y, sin embargo, rentables electoralmente como las que suceden en España, que están desnaturalizando nuestra identidad. Y mientras, cuando el separatismo vasco comienza, pese a sus primeros fracasos, a instigar contra la Fiesta, en el Congreso duerme el sueño de los justos, retraso tras retraso, el proyecto legislativo que debe declarar, a imagen de lo hecho en Francia, la tauromaquia como Bien de Interés Cultural, lo que blindaría los toros ante nuevas prohibiciones. El Gobierno debe impulsar esa declaración en defensa de nuestro acervo cultural, primero, pero, también, por lo que significa de protección de una especie única, conservación del medio ambiente y de los espacios naturales en los que se cría y desarrolla, y, por supuesto, de una actividad muy rentable económicamente y punto de atracción para el turismo internacional. En este sentido, conviene subrayar la actitud ejemplar de El Juli, quien a través de la fundación que lleva su nombre y de la escuela taurina que ha puesto en marcha ha asumido la formación y promoción de jóvenes novilleros en España, Francia e Hispanoamérica. Es verdad que hay muchos aspectos que mejorar en el mundo del toro, de ahí la importancia de toreros tan generosos y auténticos como El Juli.
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