Crisis económica
El turismo no es un problema, sino una riqueza
El turismo no es un fenómeno nuevo para España. Es un sector clave que, en 2016, generó 77.000 millones de euros, con la previsión de crecer un 3,2% en este año. Estamos hablando del 11,2% del PIB, con una cifra de empleo directo de 2,97 millones de puestos de trabajo y un polo de atracción de inversiones. Ni el turismo es sólo «sol y playa», ni somos un «país de camareros», como algunos dicen despectivamente. En los últimos años se ha producido un cambio importante: una masificación sin control que tiene que ver no con el deterioro y abaratamiento de los servicios, sino gracias al atractivo de la oferta cultural, el nivel de las infraestructuras y la adaptación a los nuevos consumos digitales. El éxito innegable de Barcelona, por ejemplo, como reclamo internacional ha propiciado que, por primera vez, el turismo sea visto como un riesgo para los ciudadanos, que sienten como son expulsados de algunos barrios para ser ocupados por un visitante depredador. No hay que exagerar. Es muy fácil acusar al turista de encarecer la vivienda o de convertir al espacio público en un «parque temático». Los políticos no están sólo para poner tasas e impuestos que penalicen y disuadan al visitante, sino para establecer controles sobre los pisos turísticos o el número de plazas hoteleras necesarias. El fenómeno del turismo masivo es global y España no necesita restringirlo, sino mejorar sus servicios, si cabe, y adecuarse a las nuevas demandas.
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