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En la vanguardia económica

La Razón
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A pocos meses de que expire una de las legislaturas más duras y complicadas que se recuerdan en la reciente historia de la democracia española, conviene no olvidar de dónde venimos para ponderar con justicia cómo nos encontramos. De los años de la recesión, de una crisis durísima, que resquebrajó las costuras del Estado del Bienestar, de los sacrificios necesarios, y de, en definitiva, un túnel negro que parecía interminable, en el que lo único que crecían eran las cifras de parados y los números rojos de las administraciones, las empresas y las familias. Hoy, aquello ha quedado definitivamente atrás y, aunque parezca lejano, en realidad, no lo es tanto. En Europa se ha comenzado a hablar de una suerte de milagro español que ha permitido a nuestro país pasar de ser la mayor fábrica de desempleados de Europa al liderazgo en el crecimiento económico. Acumulamos ocho trimestres seguidos con tasas positivas de PIB. Ayer, se conocieron los datos del segundo de este año. La economía española registró un alza del 1% entre abril y junio, mientras que la variación interanual del segundo trimestre fue del 3,1%. En términos intertrimestrales, España creció al mayor ritmo desde antes de la crisis. En concreto, desde los tres primeros meses de 2007, cuando marcó ese nivel. Para superarlo, hay que ir incluso más atrás, al primer trimestre de 2006. Los factores que determinaron este gran comportamiento de la actividad fueron el consumo de los hogares –suma nueve trimestres consecutivos en positivo–, la inversión y la mejora del sector exterior, con un rendimiento notable de las exportaciones de bienes. Todos estos índices tienen como origen y denominador común la confianza y el progreso de las familias y las empresas, lo que significa también bases sólidas para una recuperación sostenida y saneada, para nada coyuntural. De hecho, el Ministerio de Economía ya avanzó ayer que los indicadores adelantados reflejan que la economía española mantendrá su buen momento e intensidad en el tercer trimestre pese a las turbulencias en la economía china. Para el PSOE, sin embargo, la política económica es un fiasco y el alza del PIB se debe a factores ajenos al Gobierno, como el precio del petróleo o la política cambiaria del Banco Central Europeo. Criticar por criticar al adversario es tan ridículo como contraproducente para el censor, además de que resulta muy poco serio. Los socialistas no acumulan, precisamente, el mejor currículum para dar clases en economía. Es cierto, no obstante, que necesitamos perseverar en el camino trazado y no apartarnos de él para preservar el crecimiento que restañe las profundas heridas de la crisis. El milagro no ha sido tal, sino la consecuencia de una toma de decisiones exigentes que ha permitido corregir desequilibrios, mejorar en productividad y crear, por ejemplo, 477.000 empleos en un año gracias al robusto dinamismo económico.