Reino Unido
Firmeza de Rajoy ante Cameron
Los contactos mantenidos al más alto nivel entre España y Gran Bretaña parece que abren una vía para desbloquear la crisis abierta por la decisión de Gibraltar de impedir a la flota española pescar en nuestras aguas territoriales y por su empeño en una política expansionista de hechos consumados. Además, aclaró algo fundamental para el Gobierno español: las relaciones deben ser bilaterales entre ambos países, sin la participación de la colonia británica, cuyos responsables políticos han acabado siendo parte del problema con una actitud provocativa inadmisible. Ayer, el primer ministro David Cameron y Mariano Rajoy mantuvieron una conversación telefónica en la que el primero transmitió su «gran preocupación» por los últimos incidentes. Por su parte, el presidente del Gobierno de España compartió la misma preocupación y transmitió el malestar por la acción del Gobierno gibraltareño de perjudicar abiertamente la actividad pesquera en aguas territoriales españolas al arrojar al mar setenta bloques de hormigón armado. Rajoy fue firme en la defensa de la posición del Gobierno y emplazó al «premier» a buscar una solución a la actual situación, «generada por las autoridades de Gibraltar». Es decir, los hechos consumados deben ser rectificados. Desde que ocupa el 10 Downing Street es la primera vez que Cameron se enfrenta a una crisis sobre «The Rock» y, como no podía ser de otra manera, la doctrina no ha variado: la posición de Reino Unido sobre la soberanía de Gibraltar no va a cambiar. Otra cosa es cómo será la relación entre ambos lados de la Verja y las políticas de cooperación. No se esperaban cambios en este sentido, pero es sintomático que Cameron haya tenido que intervenir abiertamente en una situación que tenía visos de enquistarse por la gestión irresponsable y atrabiliaria de Fabian Picardo, que corre el riesgo de perjudicar a los propios ciudadanos del Peñón, la cual, por lo tanto, entra en contradicción con una norma marcada por el Foreign Office: nada que perjudique a los gibraltareños. Los hechos desencadenados por el ministro principal no sólo han buscado de manera malintencionada ir en contra de los intereses españoles, sino que ponen en riesgo la economía de la zona, incluida la de los gibraltareños. Ahora es el momento de que los ministros de Exteriores de ambos países, William Hague y José Manuel García-Margallo, concreten cómo va a ser la relación en torno a la colonia en esta nueva etapa que se abre. Porque hay algo que esta crisis ha fijado, y es que no se puede mantener un paraíso fiscal en territorio de la UE al margen de toda legalidad. Rajoy lo dejó claro: España y el Reino Unido son «socios, amigos y aliados» y el diálogo se debe enmarcar en el «respeto a la legalidad internacional, europea y nacional».
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