Atenas

Los peligros del cambio griego

La hipótesis menos deseada se ha cumplido. Grecia se ve abocada a unas elecciones anticipadas, que se celebrarán el próximo 25 de enero, justo en el momento en el que, después de cinco años de una terrible crisis, empezaban a mostrarse algunos signos de que la economía podía empezar a recuperarse, según los cálculos de los organismos internacionales que supervisan el rescate del país heleno. La crisis política abierta ayer en Atenas al no poder salir elegido el candidato a la presidencia de Grecia, el conservador Stavros Dimas, que no consiguió los 180 votos necesarios de los 300 que componen la Cámara, abrirá las puertas al peor de los escenarios: la victoria de los izquierdistas de Syriza. Si se cumple su programa electoral o, por lo menos, el punto que ha definido toda su política, la crisis del país no sólo se ahondaría, sino que podría arrastrar con ella al conjunto de la Eurozona. El partido de Alexis Tsipras propone reestructurar la deuda, incluso estudiar qué parte de ella es legítimo no reembolsar. El líder izquierdista –al que los sondeos sitúan con un 28% de apoyo electoral, lo que le convierte en primera fuerza política– no ha conseguido tranquilizar a los funcionarios de Bruselas y del Banco Central Europeo, que ven estas políticas como el anuncio de una crisis más profunda. Ayer mismo, nada más conocerse el resultado de la votación, el FMI anunció que suspendía el rescate hasta que no se forme un nuevo Gobierno (tiene un plan de ayuda de 29.000 millones). El sexto tramo del rescate «se reanudará una vez que haya tomado posesión el nuevo Gobierno», decía un comunicado de este organismo, a la espera de que Syriza modere sus intenciones, sobre todo ante un hecho irrenunciable: Grecia necesita recibir 1.800 millones de euros en 2015 si no quiere incumplir el pago. Por lo tanto, la moderación es necesaria porque, a pesar del antieuropeísmo que se abre hueco en el país, Europa ha sido la solución a la grave situación económica griega y no el problema. Decir que «el pueblo griego está decidido a poner fin a la austeridad», como anunció ayer el líder de Syriza, víctima de un triunfalismo irresponsable al verse a las puertas del Gobierno, es esconder la verdad sobre el origen de la crisis griega y de una deuda pública del 200% del PIB. No es que los inversores huyan del país, sino que Grecia se aleje de la política común europea de manera irremediable. De momento, se puede anticipar un tiempo de inestabilidad institucional porque el mapa político quedará totalmente alterado: los dos partidos que desde hace cuarenta años se han alternado en el Gobierno, los socialistas del Pasok y los conservadores de Nueva Democracia, dejan el poder y aparecen nuevas formaciones que enarbolan el antieuropeísmo. Podemos, que se inspira en el modelo Syriza en su propuesta de reestructurar la deuda, debe tomar nota y abandonar sus falsas e irresponsables promesas.