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No sólo la unidad de España es línea roja
Los barones regionales del PSOE pretenden marcar a su secretario general, Pedro Sánchez, dos líneas rojas en la negociación de cualquier pacto poselectoral: votar «no» a la investidura de Mariano Rajoy y rechazar el acuerdo con los partidos que pongan en duda la unidad territorial de España o propongan la celebración de consultas independentistas. Sin entrar a valorar en este momento la obsesión por impedir que gobierne el vencedor de las pasadas elecciones, sí es oportuno señalar la inconveniencia de llegar a un acuerdo con Podemos y sus partidos satélites, incluso aunque Pablo Iglesias renunciara explícitamente a la exigencia de impulsar un referéndum en Cataluña. Podemos es un partido de extrema izquierda, alimentado ideológicamente por el chavismo venezolano, que propugna el incumplimiento de los compromisos adquiridos con la Unión Europea. Pero, sobre todo, se trata de una formación que reúne en su seno a cuantos rechazan el sistema democrático surgido de la Transición. Pedro Sánchez debe seguir los consejos de la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, que ha comprendido los riesgos de promover a un partido cuya estrategia de fondo es sustituir al PSOE como referente de la izquierda en España.
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