Bruselas

Reformas contra la recesión

La Razón
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Las últimas previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre la evolución de la economía española no han cogido al Gobierno con el paso cambiado. Si acaso el horizonte sombrío previsto por el organismo internacional únicamente ha reafirmado la necesidad de proseguir la agenda reformista que el Ejecutivo ha mantenido en el año y medio que lleva en el poder. De hecho, el Consejo de Ministros aprobará el 26 de abril el Plan Nacional de Reformas y el Programa de Estabilidad que enviará a Bruselas y que enunciará las actuaciones previstas para impulsar el crecimiento y el empleo, acompañadas de un calendario sobre las iniciativas. En principio no habrá ajustes adicionales porque se entiende que España ha hecho todo lo que tenía que hacer para reducir el déficit. El rumbo de una política económica que pretenda superar un cuadro de recesión, con las dificultades, fragilidades y desequilibrios estructurales de nuestro país, no puede apartarse de ese guión reformista acompasado también con una consolidación fiscal necesaria. A diferencia de otros tiempos aciagos en los que las decisiones económicas hipotecaban el futuro, ahora se crean las condiciones para cambiar el ciclo, superar la recesión y recuperar la senda alcista. No hay alternativa mejor a esta política por mucho que Pérez Rubalcaba insistiera ayer en el Congreso que «la medicina que el presidente está dando al enfermo le está matando». Las palabras del que fuera vicepresidente del Gobierno responsable del colapso financiero del país son un sarcasmo. Sobre todo cuando las nuevas recetas socialistas, conocidas en los últimos días, resultan tan parecidas a las antiguas y se resumen en más impuestos, más gasto público y expropiaciones. El Gobierno del Partido Popular ha demostrado no sólo que otra política era posible, sino que era imprescindible. Con ella ha logrado que España eludiera el rescate europeo, recuperara la confianza de los mercados hasta el punto de poder financiarse con solvencia e incluso que consiguiera reducir el ritmo de destrucción de empleo. Pese a todo, estamos todavía lejos de dejar atrás la recesión e incluso de haber eliminado las rigideces que nos lastran. La economía española precisa de mayor flexibilidad y competitividad para estar en condiciones de invertir la tendencia negativa y generar actividad y prosperidad. Las reformas son imperativas para multiplicar los estímulos y superar el entumecimiento de sectores clave. En un escenario de agravamiento de la recesión en toda la zona euro, España necesita hacer sus deberes sin dilaciones y con ambición. Rajoy se comprometió a ello de nuevo ayer en el Parlamento. Las economías más dinámicas y libres aprovecharán mejor las oportunidades y su potencial. Las reformas no son una opción, son una obligación.