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Un debate decisivo para las elecciones del 20-D

La Razón
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Gran parte del éxito del debate de anoche en Atresmedia tiene que ver con la elección de un formato dinámico y nada encorsetado, exigente y clarificador, gracias a la tarea de los dos moderadores, Ana Pastor y Vicente Vallés, que desarrollaron su labor de manera impecable. Se repasaron los grandes temas que importan a la sociedad española: creación de empleo, regeneración política, desafío secesionista o reformas de la Administración. De esta manera, se obligó a que los cuatro partidos evitasen recurrir a eslóganes propagandísticos. Atresmedia realizó un gran despliegue para que millones de ciudadanos pudiesen asistir a un debate que, sin duda, marcará las elecciones del próximo día 20. Sobre el contenido mismo hay que destacar, en primer lugar, que Soraya Sáenz de Santamaría demostró que conoce a la perfección la política llevada a cabo por el Gobierno, la realidad de la sociedad española y sus necesidades y lo que queda por hacer, con lo que se demuestra que ha sido un gran acierto de Mariano Rajoy que confiara esta tarea en la número dos del Gobierno y de la lista del PP por Madrid. Si los debates sirven, entre otras cosas, para mostrar las debilidades del adversario, el que pudimos ver anoche dejó claro que la mayor debilidad de un político es creer que antes de él no había nada. Que nada de lo sucedido en nuestro país en los últimos años, desde nuestras carencias en el sistema productivo a los problemas en la Educación, es su responsabilidad. Eso es demasiado fácil. En este sentido, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, de manera especial, actuaron a la contra, sin presentar ninguna propuesta concreta, ni siquiera esbozar los puntos claves de su programas en las diferentes materias. El problema del PSOE y de Podemos es que sus mensajes son las fórmulas más tópicas de la izquierda, viejas propuestas conocidas que crean poca ilusión. Decir, por ejemplo, como dijo Sánchez, que el Gobierno engaña sobre el déficit es vivir fuera de la realidad o algo peor, cuando la herencia dejada condujo a España al borde de la quiebra. Sáenz de Santamaría planteó con claridad la filosofía en la que se basa el progreso económico de nuestro país: la economía tiene que crecer para poder crear empleo y plantear con rigor una rebaja fiscal. España vive un momento importante, de cambio y renovación, resultado en gran parte de una sociedad dinámica y mejor formada que antes. El líder de Ciudadanos se atribuyó muy a la ligera el liderazgo de la regeneración, de lo «nuevo» frente a lo «viejo». O, como dijo Rivera con un eslogan demasiado fácil: «Pinchemos la burbuja de la política». Lo cierto es que mientras nace lo nuevo y muere lo viejo, hay que seguir gobernando, como apuntó Soraya Sáenz de Santamaría. Sí, España vive un momento de transformación, pero no hay que dejarse llevar por el espíritu de vaporosidad e inconcreción de esa nueva política. Es necesario seguir planteando reformas estructurales, construir un Estado fuerte que pueda asumir los gastos del Estado del Bienestar, una fiscalidad que ayude al ciudadano medio, una educación de nivel y una estructura territorial que administre los recursos sin retórica patriotista. La experiencia de gobierno exhibida por Sáenz de Santamaría es un aval para una gestión eficaz y que favorece el crecimiento de nuestra economía. Hace falta que la oposición, incluidos los nuevos partidos, empiecen a actuar con un verdadero sentido de Estado.