Presidencia del Gobierno
Un Gobierno que gobierna
Con la focalización del debate político en el «caso Bárcenas», lo que pretende el PSOE es poner sordina a otros muchos casos que también afectan a los socialistas, estigmatizar al Gobierno con la mancha de la corrupción y, de manera especial, involucrar a su presidente, Mariano Rajoy, en el escándalo. El hecho de que el CIS haya detectado en su última encuesta que la corrupción se ha convertido en la segunda preocupación de los ciudadanos ha expoleado la estrategia de Rubalcaba de colocar al ex tesorero del PP en el centro de todas las miradas. Si, además, el líder socialista lograra desviar la atención de la opinión pública sobre las guerras intestinas que desgarran su partido, no cabe duda de que la operación le saldría muy rentable. Pero no es el caso. De hecho, el Gobierno de Rajoy ha logrado establecer con bastante éxito un cordón aislante del «caso Bárcenas» y mantenerse a resguardo incluso en las sesiones de control parlamentario, mientras que los efectos más dañinos se han dejado notar en la calle Génova, pero no en La Moncloa. Pese a la obstinación casi enfermiza de los dirigentes socialistas en que Rajoy cite, aluda o pronuncie el nombre del ex tesorero, lo cierto es que la táctica del presidente parece dar resultado porque ha logrado transmitir la certeza de que, pase lo que pase y decida lo que decida la Justicia sobre este asunto, el Gobierno no se siente afectado ni condicionado por el ruido político y mediático. Ni siquiera los ataques furibundos desatados contra la ministra Mato, pese a todos los pronunciamientos favorables de los jueces, han hecho mella en el equipo de Rajoy. La percepción general es que el Gobierno trabaja a su propio ritmo, sin interferencias políticas ajenas a su agenda de reformas. Es verdad que a ello contribuye de modo decisivo la mayoría parlamentaria del PP, que le garantiza el éxito en la tramitación legislativa, pero el acierto de Rajoy ha sido diferenciar con nitidez el debate de los asuntos y problemas que de verdad afectan al bienestar de los ciudadanos de aquellos otros que tienen su respuesta en sede judicial. Precisamente el hecho de que el «caso Bárcenas» haya entrado plenamente en el ámbito de la Justicia libera de presión al Gobierno, lo cual es beneficioso para todos. La economía española se haya en el punto crítico que separa la recesión de la recuperación, el desempleo rampante de la creación de puestos de trabajo, por lo que es necesario estar muy alerta para actuar con rapidez desde el cuadro de mandos. Sería una frivolidad imperdonable que, en vez de dedicarse a este grave cometido, el Ejecutivo se entretuviera en batallas políticas estériles y que ya sólo dependen de lo que sentencien los jueces. También haría bien el PSOE en reconducir su trabajo de oposición, que debería consistir en proponer fórmulas alternativas para salir de la crisis.
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