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Una presidenta sectaria y sin experiencia
Poca cortesía institucional y, mucho menos, imparcialidad pueden esperar de la próxima presidenta de la Cámara autonómica catalana, Carme Forcadell, los grupos parlamentarios no separatistas que, no hay que olvidarlo, representan a la mayoría de los ciudadanos de Cataluña. Un nombramiento que revela la intención de los independentistas de hacerse con la mayoría absoluta de la mesa, despreciando el criterio de proporcionalidad que ayer reclamaban conjuntamente el resto de los partidos. Pero, además, hay biografías que, a la postre, deberían resultar incompatibles con la deseable pluralidad de una institución que, por definición, acoge a todos, y la de Carme Forcadell, ex presidenta de la ANC, es una de ellas. No sólo es partidaria de la secesión de Cataluña y de saltarse la Constitución, las leyes, la historia y la voluntad mayoritaria de los catalanes para conseguir su objetivo, sino que, además, ha dado abundantes muestras de su sectarismo, afirmando que los ciudadanos catalanes que no desean la independencia son menos catalanes que los otros. Y, por otro lado, carece de experiencia para un puesto que, dado el caos político que ha dejado Mas, puede adquirir gran responsabilidad en la gestión de un escenario ingobernable, al que la propia nominada no da más de dieciocho meses de vida.
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