Aquí estamos de paso

Este mayo prometedor

Los buques insignia del gobierno son buenos aunque se hundan en la primera singladura

Volvemos del puente de mayo con la moral alta y henchidos de orgullo de gobierno. No sólo ha alumbrado el Congreso una Ley de Vivienda histórica que solucionará todos los problemas que ahora abruman a quienes no pueden encontrar ninguna digna ni siquiera por la vía de las habitaciones de alquiler, es que el gobierno está en la tarea de reducir la jornada laboral sin que baje el salario y además quiere proponer a la patronal, que sigue siendo el malo de la película, que afronte este año otra nueva subida salarial. Y si no, a por ellos, que son pocos y cobardes. Y ricos, que los empresarios en España son todos ricos. Casi tanto como los autónomos. Qué maravilla de gobierno, qué altruismo consciente y militante, qué capacidad de seducir con compromisos que su público jalee con entusiasmo por buenos y eficaces cuando aún no han recibido siquiera la botadura oficial. Los buques insignia del gobierno son buenos aunque se hundan en la primera singladura. Se aplaude su salida, ¿quién se acuerda después de si flotaron o no? Porque ahí está el Ingreso Mínimo Vital, que no llega; o las ayudas a los jóvenes, que terminan sirviendo para traficar con videojuegos; o la ley del sí es sí, de la que todos reniegan ahora tras aplaudirla casi con tanto entusiasmo y admiración como la de la Vivienda, aunque en este caso sí ha habido atención a su navegación frustrada porque no hace más que ahogarse gente y perderse votos tras su estela.

El primero de mayo ha sido el día elegido para sacar al aire las trompetas celestiales del nuevo tiempo que vendrá si gana la izquierda gobernante en las locales y repite la coalición Frankenstein –pobre Mary Shelley, para lo que ha quedado su obra en esta piel de toro– en las generales. Contribuye a la ampliación del canto de sirena la interesada confrontación con el gobierno que ayer mismo buscó la presidenta de Madrid, en silente pero apreciable batalla privada por liderar la derecha en España, al declarar persona non grata al ministro Bolaños. Que no venga, ni se le ocurra, se oye desde los bajos de Sol, aquellos de infausta memoria. Ya en su día Sánchez le dio alas a Ayuso poniéndola a su nivel en aquel encuentro multibanderas para debilitar a Casado. Hoy parece que el juego sigue, y es ella la que permite al gobierno presentarse como víctima de la intolerancia ultra del PP.

Sin la coalición que nos gobierna no habrá leyes justas ni acabará la explotación empresarial y además vendrá una derecha que no admite la discrepancia y es capaz de todo con tal de alcanzar el poder.

De las falsedades, incumplimientos, responsabilidades por los años de gobierno y demás zarandajas, nada de nada. El de Sánchez tiene la insólita virtud de anunciar reformas urgentes y necesarias ante situaciones que son de su responsabilidad como gobierno. Si algo mejora, es por su gracia; si empeora, es cosa del destino, o la autogestión nacional.

Claro que hay que subir salarios, claro que hay que estudiar reducción de jornada. Pero también buscar acuerdos, propiciar mejoras concertadas, ser generoso. Venga, una pista: ¿seguro que el problema del poder adquisitivo perdido es sólo de los salarios? ¿Y si ajustamos la fiscalidad a la inflación para sangrar menos a los ciudadanos?.

Es sólo una idea, ya que mayo ha venido tan florido, luminoso y prometedor.