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Si yo fuera alcalde

Lo primero, convertiré todos los carriles-bici en carriles-Triumph Bonneville

Con todos los soponcios provocados últimamente por la alcaldía de Barcelona me ha extrañado mucho, como barcelonés, que ningún representante público se haya dirigido a mí para preguntarme qué haría yo en caso de ser alcalde. Esta dejadez de nuestros representantes políticos para tomar el pulso a la temperatura peatonal es desoladora. Así que, de una manera totalmente gratuita, he redactado unos cuantos propósitos sobre lo qué haré cuando yo sea –en un caso afortunadamente muy improbable– nombrado alcalde.

Lo primero, convertiré todos los carriles-bici en carriles-Triumph Bonneville. Luego me echaré una siesta e iré a comer al Abac, por si siguen allí todavía Obama o Springsteen. Las islas urbanas de Ada Colau las dejaré tal como están, pero emitiré un bando obligatorio según el cual cada una de ellas deberá incluir necesariamente un náufrago. El náufrago tendrá que llamarse Rollingstón Crusoe en todos los casos. «Open Arms» podrá proporcionarnos todos los náufragos necesarios de una manera sostenible, los cuales deberán ser obligatoriamente tridimensionales y no se permitirán los bidimensionales de tipo Titán (chiste cruel). Como apoyo a «Open Arms», crearé la ONG «Closed Legs» destinada a combatir la prostitución. Obligaré también a que todos los cruceros internacionales que entren en el puerto hagan ondear la bandera pirata. Si pareciera una medida provocativa, emitiré una normativa, como compensación, para que todos los cruceros en sus bufetes libres solo despachen Tofu. Quizá llame a los bomberos municipales, que estarán bajo mi mando, y los mande con un sifón a entablar los tratos propios de su oficio con la llama del Canigó. El lema de la ciudad será: «Mejor que te bombeen a ti». Y eso es básicamente todo.

Ah no, esperad. Les pediré también a los técnicos que sustituyan la Sagrada Familia por una escultura en bronce de ocho pisos de una Fender Stratocaster. Con todo ello, la ciudad resultará claramente más vivible y, sobre todo, más coherente con ella misma.