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Ganar peso

Si algo delicioso tiene nuestra época digital es la posibilidad, para los escribas, de hacer nuestro trabajo desde cualquier parte del mundo

En agosto, las noches londinenses son frescas como las del cantábrico. Si algo delicioso tiene nuestra época digital es la posibilidad, para los escribas, de hacer nuestro trabajo desde cualquier parte del mundo. Uno puede alejarse del automatismo cotidiano y tomar distancia sobre los problemas del día a día, evitando los condicionantes del entorno que influyen en nuestras reacciones. Eso ayuda a ver cualquier asunto con una mirada más amplia. Si uno no ha tenido la oportunidad de tomarse un cóctel en Brumus, al atardecer, en Haymarket Street, con buena compañía, y luego redactar su columna en una terracita junto a Hyde Park bajo el fresco nocturno, llega a pensar que no sabe lo que es vivir.

Por supuesto, las noticias que aquí en Londres llegan desde España son secundarias, accesorias. Se centran sobre todo en la ola de calor y el temor a los incendios. Preocupaciones de turista. Aquí los nacionalismos regionales son poca noticia. Ni siquiera los suyos propios ocupan titulares en la prensa. Obviamente, ello es debido a que su sistema electoral no les otorga la sobrerrepresentación que les da el nuestro. Ahora bien, que no los mantengan presentes no significa que no corran un peligro similar y que no tengan conciencia del serio contratiempo que son para la unidad práctica de pensamiento europeo. Más de la mitad de los ingleses consideran el Brexit un error, pero ya se han visto metidos de cabeza en ello por simples circunstancias aleatorias. Cuando les veo preguntarse cómo ha sido, recuerdo sencillamente que cuando empecé a venir por Londres, hace cuarenta años, no había tanto obeso por las calles. El perfil de barriga del londinense medio fue creciendo y se americanizó hasta hoy. La cosa sucedió poco a poco, imperceptiblemente. Es así como las cosas ganan peso, si no sabemos detenerlas a tiempo, cotidianamente. Hasta el día en que hemos de hablar de nuestra vida con trescientos kilos de más. Un lastre.